Encuentro Vida y Paz de Ciudad Real

Ayer, día 26 de enero nos reunimos en Ciudad Real el grupo Vida y Paz de Ciudad Real. Seguimos reflexionando el tema de la Eucaristía, esta vez, más en concreto, la Eucaristía en Vita et Pax. Utilizamos textos del propio fundador, P. Cornelio, y concluimos con una pregunta de reflexión personal que dio pie a un compartir rico e iluminador.

Los textos fueron:

  1. El Carisma esencial del Instituto es VIVIR DE LA VIDA DE JESUCRISTO. Esa Vida se nos da a través del cuerpo y la sangre del Señor. Ésa es la fuente, ése el manantial, Jesucristo presente entre nosotros en la Eucaristía.
  1. Para tantos la Eucaristía es ALGO. Para los miembros de Vita et Pax no puede ser ¡ALGO! Es ¡ALGUIEN! Es Jesucristo: vivo, vivificante, transformador, plenitud de Dios… nuestro AMIGO JESUCRISTO.
  1. Vita et Pax ha recibido del Señor este don: la experiencia de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía: real, viva, orante, transformante. Por eso, sus miembros van a ella como los sedientos al agua, como los hambrientos a la comida, como los enfermos al médico, como los ciegos a la luz, como los afligidos a la consolación, como los fatigados al descanso…

Jesucristo no es solamente para Vita et Pax, el Hombre-Dios que fue grande y poderoso en palabras y obras, sino el Enmanuel, El Hombre-Dios con nosotros, que continúa poniendo su morada entre nosotros, que sigue viviendo con nosotros, codo con codo, cara a cara, que nos da cada día PAN y VINO.

Su Pan y su Vino, la Santa Eucaristía, en el banquete del Reino que El nos prepara para llenarnos de la hartura de Dios:

  • Para que vivamos de su Vida, como Él vive de la de su Padre.
  • Para que permanezcamos y vivamos en Él como El vive y permanece en el Padre.
  • Para que seamos genio y figura de Él, como Él lo es de su Padre.
  • El AMIGO FIEL, VERDADERO, de las lealtades infalibles, siempre abierto a la espera, eternamente a punto para enhebrar el diálogo, escuchar nuestra confidencia y brindarnos descanso en su corazón.
  1. Sin ningún mérito por nuestra parte, por pura misericordia de Dios, hemos recibido un carisma adorable: vivir de la vida de Jesucristo, como éste vive de la de su Padre. Somos llamados a ser no solamente imagen viva de Jesucristo, sino, Jesucristo mismo, hecho persona, visible y tangible en nuestras vidas, en medio de los hijos de los hombres, de manera que seamos una nueva encarnación en medio de los hombres.
  1. No son muchas las cosas por las que valga la pena de complicarse la vida porque “pasa la figura de este mundo” (1 Cor 7,31), pero re-encarnar a Jesucristo en nuestras existencias, ser otro Cristo, CRISTO MISMO, dejar la piel como la dejó el Maestro para dar la vida al mundo (Jn 6,39) amando hasta el extremo (Jn 13,1) y dándole la paz, SÍ QUE VALELA PENA.

Prestarle al Maestro manos, palabras, cuerpo, alma, mente, corazón… a fin de que continúe entre los hombres el camino de la misericordia iniciado en los días de su vida mortal sí que vale la pena de una vida y de mil vidas. Sobre todo, cuando todo va enfocado a dar la vida al mundo  y de dar al mismo mundo la paz.

Reflexión para compartir: 

  • ¿Has tomado conciencia de que la Eucaristíate va transformando en una nueva encarnación de Dios en medio de los hombres y mujeres de nuestro mundo? ¿Has tomado conciencia de que no lo vives sola sino dentro de esta nueva familia que es Vida y Paz?

 

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