La mujer creyente

Por: Lola Gaudisa. Vita et Pax. Valencia

Pertenezco al Instituto Secular Vita et Pax in Christo Jesu. Los Institutos Seculares vivimos nuestra consagración secular siguiendo los consejos evangélicos. Estamos en el mundo como lugar propio de nuestra responsabilidad cristiana, comprometidas con los valores seculares.

Nuestro apostolado es de penetración y dispersión, trabajando en diversos campos, oficios o profesiones seculares. En mi caso en el campo de la sanidad.

He trabajado como enfermera: en un dispensario para gentes sin recursos de un barrio de Pamplona; en el Colegio Mayor S. Pablo CEU en Madrid; en la Escuela de Enfermeras de la Facultad de Medicina de Valencia, en calidad de Directora de la misma; en el Hospital General Universitario, dependiente de la Diputación de Valencia en la Dirección de Enfermería; los últimos años como enfermera, trabajé en la UDCA del mismo Hospital General.

Desde el año 1976, he vivido con mis padres, delicados de salud. Simultaneaba el trabajo profesional con el cuidado de mis padres y la colaboración en la Parroquia.

Después de la muerte de mi madre, acaecida en Chiva (Valencia) en el año 2005, quedé totalmente dedicada al Instituto. En la actualidad, junto con otras compañeras, cuidamos de nuestras mayores y enfermas.

Vivo la profesión de enfermera desde mi condición de consagrada, tratando de hacer visible y creíble nuestro carisma: “VIVIR de la VIDA de Jesucristo, irradiarla y convertirme en artífice de PAZ”.

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Lola murió inesperadamente el jueves, 19 de diciembre 2013, en Valencia. La monición de entrada de la Eucaristía que se celebró por ella en la parroquia San Esteban (Valencia) el 27 de diciembre 2013 la define muy bien:

“El Señor nos convoca a celebrar la vida de Lolín Gaudisa. Una vez más somos acogidos por la mujer que no dudó en comunicar y anunciar lo que había visto y oído, lo que tocaron sus manos, pues supo ver y dejarse interpelar por la Palabra encarnada en la debilidad, y en ella se entregó cuidando a los demás a lo largo de su vida, tanto en el ejercicio de su profesión, como en los fecundos años de jubilación.

Somos acogidas por la mujer creyente en la Palabra de la vida que se hace visible en lo cotidiano, en la profesión, en lo vulnerable, en el encuentro.

Nos acoge la mujer que nos dio testimonio de entrega generosa, que no ahorró vida, que disfrutaba y celebraba cada momento, que sabía reaccionar ante la adversidad, que trataba de ver y leer la vida desde Dios. Quien acompañó a morir a pacientes, familia y compañeras, la que sostenía la vida de las demás hasta el último hálito y las acompañaba a morir muriendo, hoy nos acompaña a vivir viviendo en plenitud.

Sintiéndonos acogidas por el Señor Jesús, de quien Lola aprendió a acompañar y consolar, vamos a celebrar esta Eucaristía en plena Navidad.

Damos gracias por Lola, la hermana, la tía, la compañera, la amiga que vio y creyó”.

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