Retiro Adviento 2014

Retiro de Adviento 2014

La Vida Consagrada: Adviento de Dios

Por: M. Carmen Martín Gavillero. Vita et Pax. Ciudad Real. 

“Quería deciros una palabra, y la palabra era alegría. Siempre, donde están los consagrados, siempre hay alegría”, con estas palabras del Papa Francisco inicia la carta circular que la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica ha dado a conocer con ocasión del Año de la Vida Consagrada y, de ahí, que la carta se titule “Alegraos”. El 2015 es el Año dedicado a la Vida Consagrada, que se abrirá el 30 de noviembre 2014 (I Domingo de Adviento) y se clausurará el 2 de Febrero 2016, para incluir esta fecha que es la Jornada de la Vida Consagrada.

Según se nos dice, esta carta es una invitación a la reflexión compartida, que permita una confrontación leal entre Evangelio y vida. Y la hemos tomado como base para nuestro retiro de Adviento. Las citas del papa en las que sólo aparece su nombre entre paréntesis son copias literales de esta carta circular, cuando la copia es de otro documento aclaramos la procedencia. Los párrafos precedidos por una flecha son una invitación a la reflexión, al compartir y al compromiso, que nos hace el propio Papa Francisco.

Este Adviento 2014 es tiempo de gracia, un tiempo de salvación, por eso, nos ponemos a la espera junto con toda la Iglesia y, en especial, la Vida Consagrada (VC). No una espera acomodada y rutinaria, sino una espera expectante, diferente, nueva, alegre… rebelde. Queremos dar un paso cualitativo hacia Dios. Ese Dios siempre el mismo y siempre nuevo. Ese Dios que, aún hoy, como esos viejos matrimonios que se miran con amor, nos hace arder el corazón.

Y nuestra manera de vivir el Adviento este año es nueva porque cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, nos brotan deseos nuevos, caminos inéditos, otras formas de expresión, compromisos diferentes… más ganas de vivir.

  1. Situación de la Vida Consagra hoy

No exageramos al comenzar diciendo que la VC hoy, está metida en una crisis sin precedentes. La falta de vocaciones, las numerosas salidas de miembros que abandonan sus Institutos, el inevitable envejecimiento de los y las que siguen dentro, el inmovilismo, muchas veces, de costumbres y hábitos de vida, de formas de pensar y esquemas de actuación no renovados… obliga a plantearse la pregunta por el futuro. ¿Se trata de una crisis coyuntural que, dentro de algunos años, se habrá superado? ¿o se trata de que la VC va perdiendo progresivamente su razón de ser en la Iglesia y en la sociedad, de tal manera que, dentro de algún tiempo, llegará a desaparecer o a quedar reducida a grupos insignificantes?

Por otra parte, no hay que tener miedo a hacerse estas preguntas porque, ante una situación como la que se está viviendo en la VC, lo primero que hemos de tener presente es que la VC no pertenece a la estructura esencial de la Iglesia. La VC, en sus primeros orígenes, nació en la segunda mitad del siglo III.

Esto quiere decir, obviamente, que la Iglesia vivió sin VC durante más de dos siglos. Y es claro que la Iglesia de los tres primeros siglos era tan verdadera como la de los siglos siguientes. El Concilio Vaticano II dijo que la VC “aunque no pertenezca a la estructura jerárquica de la Iglesia, pertenece, sin embargo, de una manera indiscutible a su vida y a su santidad” (LG 44,4). Pero esto no significa que la VC tenga que existir siempre. Porque la vida y la santidad de la Iglesia se pueden concretar y manifestar de otras formas, como de hecho ya ocurrió en esos tres primeros siglos.

Hay que tener en cuenta, además, que la crisis que estamos viviendo no es la crisis de alguno o de algunos Institutos de VC. De una forma o de otra, nos afecta a todos. Por tanto, el problema no se resuelve solamente volviendo al “carisma fundacional” de cada uno. Porque, dada la generalización de la crisis, lo que está en cuestión no es la razón de ser de tal o cual Instituto, sino el sentido mismo de esta forma de vida en la Iglesia y en la sociedad, tal como es vivida en la actualidad.

Todo esto genera incertidumbre, preocupación, pesimismo… Cuando no se sabe o no se ve con claridad cómo hay que vivir en una época es fácil la desorientación, el desconcierto y el pesimismo. Si no vemos con claridad cómo hemos de vivir el carisma de la VC en este momento eclesial y social es fácil caer en el apagamiento espiritual, la rutina, la falta de entusiasmo… Por eso, este tiempo de Adviento nos puede ayudar para aclararnos en cosas fundamentales:

 ¿Qué es lo importante en estos momentos?

  • ¿Preservar el pasado? El objetivo de las VC no es preservar el pasado. Es importante recordar las raíces y alimentar los valores del pasado para mantener vivo el carisma, pero nadie entra en la VC para mantener lo pasado. El mundo y la Iglesia necesitan un carisma para hoy que inquiete, estimule y comunique Evangelio, Buena Noticia de Dios a las mujeres y hombres de nuestro tiempo, el siglo XXI.
  • ¿Sobrevivir? El objetivo de la VC no es tampoco sobrevivir. Nadie está en la VC para ayudarla a sobrevivir. Corremos, sin embargo, el riesgo, más o menos consciente, de hacer hoy de la supervivencia el objetivo secreto o la orientación subliminal de fondo. Una cosa es clara, hemos de actuar movidas no por el instinto de conservación, sino por el Espíritu del Resucitado, alma de la Iglesia. Nuestros talentos se están reduciendo. Pues bien, aunque nos quedemos con un solo talento, no es para enterrarlo y conservarlo seguro, es para hacerlo fructificar.
  • ¿Hacer algo? El objetivo no es tampoco hacer algo, lo que sea, por hacer. Nadie tiene hoy la receta. Nadie conoce el futuro. Sólo sabemos que se está gestando ahora, en el presente. Esta generación está decidiendo, en buena parte, el futuro de la VC en la Iglesia. Es importante reflexionar, proyectar, impulsar nuevas formas y caminos, pero todo ello ha de nacer de un espíritu nuevo.
  • ¿Número o calidad de vida? Sin duda, el número tiene su importancia y puede ser un índice de vigor, pero puede ser también resultado de otros muchos factores socio-culturales. Para que en el interior de la Iglesia y la sociedad arda el carisma de la VC lo importante no es ser muchos o pocos. Lo decisivo es la calidad de vida evangélica que puedan irradiar.
  • ¿Eficiencia o testimonio? Pensamos también que lo importante sería contar con personas jóvenes y valiosas, bien preparadas para las diferentes tareas. Esto es importante, sin duda, pero lo decisivo es contar con testigos, es decir, con personas y grupos en cuya vida se pueda percibir la fuerza humanizadora, transformadora, sanadora que se encierra en el Evangelio cuando es acogido de manera responsable.
  • ¿Acedía o pasión? Encerradas en lamentos y quejas se puede caer en lo que los santos padres llamaban acedía, descuido, negligencia… una mezcla de indiferencia, desaliento y apatía. Se instala en nuestro interior, junto con el desánimo, el tedio y el disgusto, esa banda sonora repetitiva del “esas son cosas de cuando era joven…”; “ya estoy demasiado mayor para…”. Sin embargo, estamos en el momento oportuno para la pasión. La pasión por Dios es un lento aprendizaje del amor cristiano, que es un amor bien extraño. Una amor que no rivaliza con ningún otro amor humano pero que es, a la vez, exclusivo y no excluyente. Es una pasión lúcida pero no interesada porque nos enseña a amar también a los que no nos aman.
  1. La Vida Consagrada: Adviento de Dios 

Y, a pesar de todo lo anterior, o mejor, junto a todo lo anterior afirmamos, sin ninguna duda, que la Vida Consagrada es el Adviento de Dios. Caminamos con María, nuestra compañera de camino. Como ella, la VC sigue esperando. Somos gentes de espera. En momentos podemos pensar que todo está acabado, que las promesas no se cumplirán pero la fe nos hace levantar la vista y mirar al futuro, al mañana de Dios, aunque no sepamos cómo será. Y lo hacemos con esperanza e ilusión porque estamos convencidas de que “vuestra vocación es fascinante, porque es una vocación justo ahí, donde se juega la salvación no sólo de las personas, sino también de las instituciones. Y de tantas instituciones laicas necesarias en el mundo. ¡Por eso, yo creo que sí, que con la Provida Mater Ecclesia la Iglesia hizo un gesto realmente revolucionario!” (Francisco, II.SS. italianos). 

La VC no somos sólo gente que espera sino que somos el “Adviento de Dios”: “Vosotros podéis devolver esperanza a los jóvenes, ayudar a los ancianos, abrir caminos hacia el futuro, difundir el amor en cada lugar y en cada situación. Si esto no sucede, si en vuestra vida ordinaria falta el testimonio y la profecía, entonces, os repito nuevamente, es urgente una conversión” (Francisco. II. SS. italianos). 

Somos el Adviento de Dios porque somos testigos en el mundo de:

  1. Superar el riesgo de la mediocridad. En todas las épocas, y también en la nuestra, corremos el riesgo de sostener una mediocridad espiritual generalizada que no se debe a la infidelidad de éste o de aquella sino, sobre todo, a un clima que creamos por nuestra forma empobrecida de entender y vivir la experiencia cristiana. De ahí la necesidad de volver al punto de partida. El punto de partida que desencadenó todo fue el encuentro sorprendente y transformador de un grupo de mujeres y hombres con Jesús, el Cristo, el “Ungido por el Espíritu” de Dios (Lc 4,18). Este es también nuestro punto de partida como Instituto y personalmente, nos lo recuerda así el papa Francisco: “Al llamaros Dios os dice: ‘¡Tú eres importante para mí, te quiero, cuento contigo!’. Jesús a cada uno de nosotros nos dice esto. ¡De ahí nace la alegría! La alegría del momento en el que Jesús me ha mirado… Sentirse amado por Dios, sentir que para Él no somos números, sino personas; y sentir que es Él quien nos llama” (Francisco). Y nos hace esta invitación: “Invito a cada cristiano … a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso” (Francisco). Renovar nuestro encuentro para seguir siendo lo que somos: “Pobres entre los pobres pero con el corazón ardiente. Nunca quietos, siempre en camino. Juntos y enviados, también cuando estáis solos, porque la consagración hace de vosotros un destello vivo de Iglesia. Siempre en camino con esa virtud que es una virtud peregrina: la alegría” (Francisco. II.SS. italianos).

 

  → “Mira en lo profundo de tu corazón, mira en lo íntimo de ti mismo y pregúntate: ¿hay un        corazón que desea cosas grandes o un corazón adormecido por las cosas? ¿Tu corazón ha   conservado la inquietud de la búsqueda o lo has dejado sofocar por las cosas, que          terminan por atrofiarlo?” (P. Francisco)…

 La VC contribuye de manera muy significativa a desarrollar una vida fraterna más acogedora y cercana, donde se sepa escuchar y acompañar. Sabemos forjar fraternidades con una vida de familia, “Una fraternidad sin alegría es una fraternidad que se apaga… Una fraternidad cuyo signo distintivo es una ternura eucarística porque la ternura nos hace bien…” (Francisco). Formar grupos sencillos, donde se pueda experimentar la amistad cristiana y se pueda compartir la vida real, donde se hable menos y se escuche más. “Es la Palabra de Dios la que suscita la fe, la nutre, la regenera. Toca los corazones, los convierte a Dios y a su lógica, que es muy distinta a la nuestra; renueva continuamente nuestras comunidades”. “Cuidar la amistad entre vosotras, la vida de familia, el amor entre vosotras. Que el monasterio no sea un Purgatorio, que sea una familia. Los problemas están, estarán pero, como se hace en una familia, con amor, buscar la solución con amor; no destruir esto para resolver aquello; no competir…” (Francisco).

   → “No hablar mal de los otros. ‘Pero padre, hay problemas…’ … No se lo digas a quien no          puede ayudar. Esto es importante: ¡Fraternidad! Pero dime, ¿hablarías mal de tu mamá,       de tu papá, de tus hermanos? Jamás. ¿Y por qué lo haces en la vida consagrada…?            (Francisco).

 

  1. La VC y, en especial, los Institutos Seculares, contribuimos a impulsar a la propia Iglesia a un desplazamiento hacia la vida, hacia el mundo. “Estáis en el mundo pero no sois del mundo, llevando dentro de vosotros lo esencial del mensaje cristiano: el amor del Padre que salva. Estáis en el corazón del mundo con el corazón de Dios… Sois como antenas listas para acoger las semillas de novedad suscitadas por el Espíritu Santo y podéis ayudar a la comunidad eclesial a hacer suya esta mirada de bien y encontrar nuevos y valientes caminos para llegar a todos.” (Francisco. II. SS. italianos). La Iglesia no debe quedarse encerrada en sus actividades y problemas, sino que ha de mirar hacia fuera, más atenta a lo que se vive, se piensa, se goza y se sufre entre la gente. Los miembros de II. SS. estamos en contacto más directo y cercano con las gentes… podemos traer esa vida hacia el interior de la Iglesia y la Iglesia hacia el interior de esa vida.

   → He aquí el movimiento al que os compromete vuestra vocación: pasar junto a cada     hombre y haceros prójimo de cada persona que encontráis; porque vuestro permanecer     en el mundo no es simplemente una condición sociológica, sino una realidad teologal que        os llama a un ser conscientes, atentos, que sabe avistar, ver y tocar la carne del hermano”    (Francisco. II.SS. Italianos).

 Somos testigos de un Dios amigo y salvador. La VC se siente llamada a comunicar con su anuncio, su vida y su hacer la Buena Noticia de Dios. La gente de hoy tiene necesidad ciertamente de palabras, pero sobre todo tiene necesidad de que demos testimonio de la misericordia, la ternura del Señor, que enardece el corazón, despierta la esperanza, atrae hacia el bien. ¡La alegría de llevar la consolación de Dios!” (Francisco). La VC por su manera de ser, de actuar, por su compromiso a favor de los débiles e indefensos, introduce algo bueno de Dios en la vida de la gente. La VC es testigo de la misericordia y la ternura de Dios hacia todo ser humano. Testigos de ese Dios Padre y Madre. Un Dios Amigo y Amante.

→   “La tristeza y el miedo deben dejar paso a la alegría: ‘Festejad… gozad… alegraos’, dice el       Profeta Isaías (66,10)… Todo cristiano, sobre todo nosotros, estamos llamados a ser      portadores de este mensaje de esperanza que da serenidad y alegría: la consolación de         Dios, su ternura… Pero sólo podremos ser portadores si nosotros experimentamos antes la    alegría de ser consolados por Él, de ser amados por Él…” (Francisco).

  1. La VC enviada a los pobres. El Espíritu está en Jesús enviándolo a los pobres. Lo urge para establecer en el mundo el Reinado de Dios y su justicia, para expulsar el mal que oprime, para aliviar el dolor que deshumaniza (Lc 4,18). El Espíritu nos envía también hoy a los pobres e indefensos como los primeros destinatarios de nuestro servicio. Son las víctimas, los agredidos, los excluidos, los maltratados por la vida y por los violentos. “Estamos llamados a salir para dirigirnos hacia las periferias geográficas, urbanas y existenciales -las del misterio del pecado, del dolor, de las injusticias, de la miseria-, hacia los lugares escondidos del alma donde la persona experimenta la alegría y el sufrimiento de la vida (Francisco). Porque “nuestra fe no es una fe-laboratorio, sino una fe-camino, una fe histórica. Dios se ha revelado como historia, no como un compendio de verdades abstractas… No hay que llevarse la frontera a casa, sino vivir en frontera y ser audaces” (Francisco).

  → “Despojarse de toda acción que no es por Dios, de toda acción que no es de Dios; del   miedo de abrir las puertas y de salir al encuentro de todos, especialmente de los más            pobres, necesitados, lejanos, sin esperar… despojarse de la tranquilidad aparente que dan      las estructuras…” (Francisco).

 La VC como alternativa al sistema establecido. Hay situaciones en la vida en las que no caben soluciones de tipo reformista. Se trata de las situaciones en las que se ve claramente que solamente son eficaces las soluciones de tipo alternativo.

Una alternativa fue lo que Jesús de Nazarteh presentó en la situación concreta de su pueblo y de su religión, en aquel momento determinado. Ahora nos toca a la VC presentar nuestra vida como alternativa en el siglo XXI, porque “vivimos en una cultura del desencuentro… una cultura en la que lo que no me sirve lo tiro…, hoy, hallar a un vagabundo muerto de frío no es noticia, sin embargo ‘la pobreza es una categoría teologal porque el Hijo de Dios se abajó… una Iglesia pobre para los pobres empieza con ir hacia la carne de Cristo…” (Francisco).

De ahí la llamada que el Papa nos hace:No perdáis nunca el ímpetu de caminar por los caminos del mundo, la conciencia de que caminar, andar aunque sea con paso incierto o tropezando, es siempre mejor que permanecer inmóviles, encerrados en las preguntas que se hace uno mismo o en las propias seguridades” (Francisco. II.SS. italianos).

 

  → “¡Despertar al mundo! ¡Sean testimonio de un modo distinto de hacer, de actuar, de    vivir! Es posible vivir de un modo distinto en este mundo…” (Francisco).

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