Maestro, ¿dónde vives? Venid y veréis

Maestro dónde vives Venid y veréis

Domingo 2º del TO. Ciclo B

Por: Ascensión de Vicente. Vita et Pax. Madrid

El domingo pasado celebrábamos el Bautismo del Señor que cerraba la Navidad, en la que hemos vivido el Nacimiento de Jesús, el Dios hecho hombre que viene a salvarnos. Hoy iniciamos el tiempo Ordinario, tiempo que nos va a llevar de la mano siguiendo la vida pública de Jesús acompañados por el Evangelista Marcos.

Jesús en su Bautismo se siente fortalecido como el “Hijo Predilecto del Padre” y siente también la llamada a salir por los caminos predicando la Buena Noticia del Reino. Para ello necesita colaboradores que le ayuden en la tarea y va llamando a los que quieran seguirle. En el Evangelio de hoy contemplamos esa escena preciosa de LA LLAMADA. Qué diálogo tan sencillo y maravilloso se organiza entre los diferentes personajes que participan en ella.

  • Juan Bautista , el señalador, “este es el cordero de Dios”
  • Jesús, que pasa cerca de ellos. el señalado
  • Juan Evangelista, el narrador, no le pone nombre, pero se ve claramente que él es uno de los llamados, pues relata detalles concretos, por ejemplo, la hora en que Jesús los llamó.
  • Andrés y Pedro, los llamados que inician el diálogo: “Maestro, dónde vives, venid y veréis. Fueron, vieron y se quedaron”.

Nosotros todos somos llamados al seguimiento de Jesús para anunciar la Buena Noticia. Todos hemos experimentado la llamada que Dios nos hace. De alguna manera hemos tenido un “señalador” que nos ha mostrado el camino, éste puede ser una persona concreta, un acontecimiento en la vida, la gente entregada al servicio de los hermanos, personas anónimas que desde el silencio de una vida sencilla nos provocan un interrogante que nos hablan de lo que cada uno/a podemos hacer por el Reino. Los cuidadores y tantos y tantos que nos señalan el camino.

Otro paso importante en el relato evangélico es el interrogante que esto nos puede provocar, nosotros podemos repetir la  pregunta, ¿dónde vives? La respuesta puede ser la misma, “venid y veréis”. Qué encontrarían en mi vida que les hiciera reaccionar para poder vivir el “fueron, vieron y se quedaron”. Esta es una exigencia en mi vida de testimonio. ¿Puedo ofrecerle a quien me lo pida, una vida de verdadero discípulo, que vive según el camino trazado por Jesús, que vive las Bienaventuranzas desde la cercanía a los más pobres, desde la Misericordia, siendo compasivos, puedo ofrecerles una vida entregada a los demás desde el servicio, la tolerancia, la comprensión?

La sociedad actual, los jóvenes especialmente, necesitan testigos que con su vida manifiesten que otro mundo es posible, que se puede vivir de otra manera, que hay otras alternativas que poder ofrecer, que se puede vivir con menos y que el mundo es de todos y cabemos  todos. Tarea difícil, pero los cristianos estamos llamados a ser testigos, luces en el mundo para que el Reino se haga realidad aquí y ahora.

En la primera lectura vemos la llamada que Dios dirige al jovencito Samuel, quien cree que la voz viene del  sacerdote Eli, que es él quien le llama, hasta que éste, como buen señalador, le invita a la escucha, pues es el Señor quien le habla. Como Samuel podemos escuchar la llamada y decirle al Señor “Habla Señor que tu siervo escucha….”. Y podamos ofrecer espacios donde la vida sea más digna, pudiendo responder a la llamada, desde la fidelidad al Evangelio, siendo fieles en el Seguimiento a Jesucristo, camino verdad y vida.

Que este Tiempo Ordinario nos ayude a vivir siguiendo los pasos del Maestro, colaborando con él en la mejora de las condiciones de vida de tantos hombres y mujeres que malviven en situaciones extremas, en una Iglesia en salida como bien nos lo propone el Papa Francisco en la Evangeli Gaudium Nº 20…. “pero todos somos invitados a aceptar esta llamada: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio”. Respondamos con generosidad, como Samuel, como Pedro, Andrés y Juan a seguirle allí donde en cada momento de la vida nos encontremos, con los tres verbos que el Evangelio nos propone: IR, VER, Y ESTAR. “FUERON, VIERON Y SE QUEDARON”.

Buen Tiempo Ordinario.

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