“No podéis servir a Dios y al dinero”

Por: Ascensión de Vicente. Vita et Pax. Madrid.

Con esta frase clara y contundente, termina el relato del Evangelio de este domingo 25 del Tiempo Ordinario, y que para los cristianos es de suma importancia, ya que el dinero se ha convertido en un ídolo, en un Dios, y servir a los dos dioses es completamente antagónico

La lectura primera y el Evangelio nos traen a la reflexión este tema de gran actualidad, hoy, como lo fue en tiempos de Jesús y ocho siglos antes, en tiempos del profeta Amós. El tema de la acumulación de bienes y de la insolidaridad humana  se viven en épocas muy diferentes, mostrándonos claramente que tanto las sociedades como el ser humano poco han cambiado en el transcurso de la historia.

El profeta Amós ya denunciaba en aquella sociedad, que vivía un momento de esplendor, las injusticias y trampas que en la vida ordinaria se realizaban y que hoy podemos contemplarlas en nuestro mundo, y también en tiempos de Jesús. “Disminuís las  medidas, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampas, compráis por dinero al pobre….” ¿Qué podríamos decir hoy? Los fraudes están a la orden del día, usamos las mismas trampas y fraudes para acrecentar las cuentas en paraísos fiscales y engordar nuestras arcas traspasando las líneas rojas y un largo etc. que todos conocemos bien y que no facilitan la convivencia humana.

Jesús en el Evangelio nos pone de manifiesto  que seguirle a Él es vivir en justicia y verdad, seguirle sirviendo a Dios, no al dinero, servir a Dios es vivir como El nos lo ha mandado, es decir en el amor, sin fraudes ni trampas, poniendo al ser humano en el centro de nuestras actuaciones.

Nosotros, como el administrador de la parábola, tenemos que dar cuenta al Dueño de la gestión que hemos hecho de los bienes que se nos han encomendado, dispuestos a no utilizar tantas artimañas para ganarnos amigos que nos faciliten las “puertas  giratorias” donde podamos seguir viviendo con la misma desfachatez de lucro y  despilfarro. Este es el reto que tenemos los cristianos y que hoy la liturgia nos invita a pensar y repensar, cómo son nuestras actuaciones, dónde ponemos nuestro corazón, qué podemos hacer de cara a un cambio de mentalidad, a un cambio de estructuras donde podamos ir creando fraternidad, hacer un mundo más humano, esto en definitiva, es el Reino de Dios, un Reino donde los poderes económicos no sean los dueños del mundo, donde las desigualdades sean menores, y nos alejemos de la globalidad de la indiferencia, como tanto gusta  repetir al Papa Francisco.

¿A qué nos invita la Palabra de Dios hoy? ¿Qué tenemos que cambiar en nuestra vida para que nuestro seguimiento al Señor sea de servicio a Él y no al dinero? Nos invita a vivir una cultura de ojos abiertos, siendo críticos con las políticas de fraude e injusticias que se viven en el mundo de hoy, y, por supuesto, a la solidaridad.

Con el salmo 112 podemos decir “Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre para hacer que se siente entre príncipes, los príncipes de su pueblo”.

La carta de Pablo a Timoteo nos puede ayudar a vivir un intensa vida de oración de los unos hacia los otros, por los que ocupan cargos de responsabilidad en la sociedad, ayudándonos a ser coherentes con la fe, siendo buenos administradores de los bienes que se nos han confiado para que cuando El vuelva no tenga que reprocharnos una mala administración de los bienes que son de todos, y que el dinero sepamos utilizarlo como una ayuda para una vida más digna para cada hombre/mujer, y para todos los seres humanos.

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