Comentario litúrgico al Domingo de Ramos

Por: Maite Menor Esteve. Vita et Pax. Guatemala

Domingo de Ramos

Domingo de Ramos

Con el domingo de Ramos, entramos en la semana grande para todos los que somos seguidores y seguidoras de Jesús de Nazaret. Semana por excelencia para revivir la pasión y muerte de Jesús. La verdad es que no estamos demasiado acostumbradas a que haya personas que den su vida por salvar a otra persona, más bien estamos acostumbradas a que haya muchas personas que quitan la vida a otras. Los seres humanos nos hemos habituado a la violencia en todas sus formas, guerras, asesinatos, torturas, feminicidios, explotaciones, recortes y ajustes económicos que ahogan, asfixian y quitan la esperanza e incluso, la vida de muchas personas.

Las lecturas de este domingo nos invitan a cuestionarnos nuestra manera de estar, de comportarnos con los demás, de revisar los valores con los que vivimos, y hasta dónde estamos dispuestas a llegar por defender el proyecto de Dios sobre la humanidad. Ese gran proyecto de humanizar la vida. ¿Podemos decir que, cada vez, nos comportamos con l@s demás con más humanidad?

El evangelio nos relata cómo los discípulos disputan sobre quién de ellos debía ser tenido como el primero. Parece que el deseo de ser primeros viene de lejos… Pero Jesús les responde: “Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el primero entre vosotros pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve”. Si echamos una mirada a nuestro mundo en efecto, vemos que los que están en los núcleos de poder, políticos, económicos e incluso, eclesiales, dominan y oprimen, se presentan como bienhechores que dicen buscar el bien ¿de quiénes? ¿Acaso los políticos de turno trabajan por el bien de todos? Y los que tienen la economía en sus manos ¿quieren que la gente adquiera las condiciones para una vida digna? ¿O más bien lo que buscan es amasar riquezas a costa del engaño, la apropiación indebida y la injusticia? Tampoco el poder eclesial se libra de esta tentación, en la que han caído tantos que en lugar de servir al pueblo, se han servido del pueblo. La invitación de Jesús es clara y contundente “Vosotros no hagáis así, sino que el primero entre vosotros pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve”. Un buen día para revisarnos si lo que nos mueve por dentro es el servicio y en especial, a l@s más pequeños y vulnerables.

Jesús manifestó y habló de un Dios amoroso, con entrañas de misericordia, que lo que más le importa es la humanidad, y que sus hijos e hijas vivan con dignidad, por eso rompió esquemas y leyes establecidas, curaba en sábado, se rodeaba de publicanos y pecadores, perdona a la adultera no respetando la ley de lapidación, etc. El Dios que Jesús manifiesta no se parece al de los judíos, por eso los sumos sacerdotes y las autoridades incitan al pueblo para que pida su crucifixión. La coherencia de Jesús es consistente y hasta el final, en ningún momento se retracta de nada, aunque sabe que se está jugando la vida. ¿Cuántos hoy, nos jugamos la vida por ser fieles a lo que creemos, a nuestros valores? Hoy el mundo está en una crisis de valores. Hoy, hasta los que decimos creer en Jesús no siempre, defendemos lo que es justo, lo que más humaniza, lo que genera vida, lo que dignifica a las personas. Para Jesús, lo más importante fue la persona y después las leyes y las creencias… ¿Anteponemos la persona por encima de creencias y leyes o aceptamos que, por defender esas leyes, se “crucifique” a personas? ¿No es un ejemplo de esto lo que ha ocurrido con los desahucios en España?

Hoy domingo de Ramos, revivir la pasión y muerte de Jesús, nos tiene que llevar a preguntarnos cómo estamos en nuestro nivel de coherencia con el mensaje de liberación y dignificación de la vida, que Jesús proclama.

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