Un nuevo modelo de contrato

Domingo XXV TO.

Por: Victoria Cañas. Vita et Pax. Pamplona.

Un nuevo modelo de contrato

Un nuevo modelo de contrato. Jesús cuando nos hablaba del Reino nos explicaba todo a través de parábolas y para ello tomaba los símiles bien conocidos desde su realidad y su cultura. En este domingo nos propone la de los trabajadores enviados a la viña.

Estamos en el siglo XXI pero puedo testificar que esta parábola todavía hoy se hace real tal como la cuenta Mateo. Tengo la experiencia de Kigali, capital de Rwanda donde tantas mañanas hacen y hemos hecho el trayecto para ir de un barrio a otro, de Nyakabanda a Bilyogo, pues a medio camino más o menos cerca de donde llaman “mirongwine” cada mañana se encuentran allí hombres y mujeres que con sus aperos de trabajo esperan ser contratados para poder ganar el pan de cada día. Cada vez que los veía me recordaban esta parábola.

Hoy, en nuestra Europa podemos compararlos con todas esas personas que esperan día tras día en las colas, a veces inmensas del paro, para ver si consiguen trabajo; a todas esas personas especializadas en enviar “currículos” a múltiples lugares en espera de encontrar algún día algo. Y es que la persona para vivir con dignidad necesita unas condiciones mínimas de vida que por desgracia no se hacen tan patentes en nuestra sociedad.

Miremos a toda esa gente próxima y menos próxima que sabemos está en umbral de la pobreza o rozando estos límites, y no digamos lo que se está avecinando y pronosticando con esta pandemia, no sé qué será más fácil si restablecerla sanitariamente, económica o socialmente.

¿Qué nos dice esta parábola? Que todos tienen la misma necesidad de cobrar un jornal con el que poder vivir (un denario era el salario de un día de trabajo). Es a esa necesidad vital, a la que el dueño responde pagándoles a todos con lo necesario para vivir, independientemente de que lo “merezcan” en virtud del trabajo realizado. El dueño de la viña paga a cada uno según sus necesidades y no según su trabajo o capacidades.

Por lo tanto, como cristianos estamos llamados, como dice Ignacio Ellacuría a” revertir” la historia, a dar un giro que desplace el centro de gravedad del sistema social para que todo gire en torno a los más desfavorecidos. Exige ralentizar nuestra carrera en la sociedad para que todos podamos llegar juntos a la meta.

No caigamos en la tentación de incriminar a los que vienen de otros países buscando una mejor vida para ellos y sus hijos porque simplemente en sus países de origen no hay condiciones ni medios, reconozcamos que ellos también ayudan a hacer realidad la presencia del Reino, cuidando a nuestros mayores, contribuyendo con su trabajo e incluso muchas veces haciendo el trabajo que nosotros no hacemos.

De dejarnos llevar por los “celos”, pensando que no es justo que el Padre de exactamente lo mismo a cada uno porque es este el modelo de reinado al que Jesús nos invita.

No tengamos envidia de la generosidad y bondad de Dios y de los otros por querer ser equitativos pensando que a nuestro esfuerzo le corresponde más.

Esta es la nueva dinámica del Reino, este es el nuevo modelo de contratos justos y solidarios que nos hacen caminar en el proyecto fraterno deseado por Dios y puesto en nuestras manos para hacerlo realidad.

“Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, mis caminos no son vuestros caminos”, nos dice el profeta Isaías. Cuantas veces Dios nos desmonta nuestra manera de pensar, nos hace enderezar nuestro camino si miramos a nuestros “próximos” con sus ojos compasivos, justos y misericordiosos.

Ahí está nuestro reto, como nos dice Pablo en la carta a los filipenses “Me basta con saber que lleváis una vida conforme al evangelio”. Y eso solo es posible si nos dejamos transformar por el Espíritu.

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