Domingo XXI del TO
Por: Fidel Aizpurúa Donazar. Hno Capuchino. Logroño
Textos Litúrgicos:
Is 66, 18-21
Sal 116
Heb 12, 5-7. 11-13
Lc 13, 22-30
“Vendrán de Oriente y Occidente”
Aunque el evangelio emplee, según el gusto de la época, una pedagogía negativa que a nosotros no nos suena bien, siempre podremos enriquecer nuestra vida cristiana si lo leemos reflexivamente.
Dice el texto de este domingo que VENDRÁN DE ORIENTE Y DE OCCIDENTE a sentarse a la mesa del reino de Dios. Los judíos de aquella época lo tenían muy claro: a la mesa del reino de Dios se sentarán los israelitas y nadie más (como decía la viñeta de Mingote: “Al cielo iremos los de siempre”). Pero Jesús propone una comensalía abierta, una mesa para todos, un festín multicultural. Pasan los años, los siglos, y seguimos lidiando contra la mentalidad excluyente. ¡Cuánto le cuesta al evangelio entrar en nuestra vida real!
¿Cómo andar los caminos de la comensalía abierta que propone el evangelio?
· Sentemos a todos en la mesa de una economía igualitaria: aquella que hace partícipe a todos los ciudadanos de los beneficios sociales donde nadie queda excluido por ser pobre o extranjero, sino que todos reciben amparo y protección social.
· Sentemos a todos en la mesa de una ciudadanía compartida: porque toda persona que vive, trabaja, ama y muere en lugar, es de ese lugar, aunque haya nacido en otra parte. La ciudadanía no puede ser un derecho de algunos sobre la exclusión de otros.
· Sentemos a todos en la mesa de una Iglesia acogedora: donde podamos convivir las diversas maneras de entender y vivir la experiencia cristiana. Donde no haya unos que manden y otros que obedezcan, unos que sirvan y otros que sean servidos.
¿Podremos lograr esto o es una utopía inalcanzable? Podemos, aunque estos no sean tiempos propicios para la acogida. Ahora en verano ocurre que tal o cual pueblo celebra sus fiestas. Todo el mundo puede acercarse, disfrutar con la música, tomar un zurracapote o un pincho. No se exige ningún carné. Vienes y eres bienvenido. Si somos capaces de estos gestos de comensalía abierta, también podemos pensar en una mesa igualitaria, compartida y acogedora, la nueva sociedad, que Jesús soñó. ¿Por qué no extender esto a todos los inesperados hermanos que vienen a nosotros? ¿Quién quiere que la acogida a menas se presente como una amenaza y no una posibilidad? Sí, se puede si se quiere.
Publicado en Fe Adulta.