I Domingo de Adviento
Por: Conchi Ruiz Rodríguez, Mujeres y Teología. Ciudad Real
Textos Litúrgicos:
Is 2, 1-5
Sal 121
Rm 13, 11-14
Mt 24, 37-44
¡¡Despertad!! Es Tiempo De Esperanza
Cuando la vida de cada día transcurre con aparente normalidad perdemos la capacidad de estar expectantes. Vivimos adormecidos por el exceso de bienestar y el consumo.
Los textos de hoy nos invitan a estar despiertos, a vivir en una espera activa, atenta, a saborear y preparar el corazón para este tiempo especial del Adviento, para la llegada de Jesús. Un Tiempo de gracia, de esperanza, de paz.
Así lo refleja el profeta Isaías en la visión que tuvo sobre el templo de Jerusalén, dedicado al Dios de Jacob. Nos narra que hasta él vendrán gentes de todas las naciones. El Dios de Jacob reinará como un Dios justo, traerá la paz convirtiendo las espadas en arados y las lanzas en podaderas, será luz que alumbre el camino a seguir.
Ya Isaías nos habla de un Dios precursor de paz entre los pueblos.
El salmo 121 es un cántico de peregrinación a Jerusalén. Un texto que rezuma alegría y gozo al acercarse a la Ciudad de la Paz. Allí suben las tribus de Israel a dar gracias al Señor.
La carta de San Pablo a los Romanos 13, 11-14 es toda una invitación a un cambio de estilos de vida.
Seguramente Pablo se dirigía a una sociedad paganizada, no muy diferente a la sociedad de hoy en día, por ello es un texto que está en plena actualidad.
Nos habla de que la salvación está cerca, de que el día está próximo, alude a despertar del sueño, a salir del letargo en el que vivimos, revistiéndonos de las “armas de la luz”, que son instrumentos para preparar el camino a la llegada de Jesús.
Al igual que el deportista fortalece los músculos y las extremidades para participar en una competición, nosotros debemos proveernos de “las armas de la luz” que nos impulsen a vivir con atención el momento presente. Algunas armas podrían ser: contagiar la paz en una sociedad de crispación y enfrentamientos, transmitir esperanza y luz donde hay negatividad, vivir desde el amor y la fraternidad, construir puentes facilitando el diálogo con los que piensan diferente, ser próximos al sufrimiento de los que vienen de lejos y viven en la precariedad, de los que están atrapados por una adicción, de los que viven en soledad o están enfermos, de quienes sufren como consecuencia de la violencia machista, …
El evangelio de Mateo 24, 37-44 nos insiste también en estar preparados porque no conocemos el día ni la hora en que vendrá el Hijo del Hombre.
Os animo a preparar el corazón para la llegada de Jesús, que se hace niño y viene a habitar entre nosotros. Con el talante de la paz, dejando que la palabra de Dios en la oración nos vaya alumbrando e interpelando, viviendo atentos a las necesidades del mundo, de los próximos y de los alejados, haciendo posible la construcción del Reino de Dios.


