Domingo XXIX del TO
Por: Lucio Arnaíz. Presbítero. Alicante
Textos Litúrgicos:
Is 53, 10-11
Sal 32
Hb 4, 14-16
Mc 10, 35-45
La Gloria del Servicio
Para Jesús la formación de sus discípulos es una tarea prioritaria; Jesús dedica mucho tiempo a la formación de aquellos a los que él ha llamado como discípulos. Los ha elegido él, son sus amigos del alma, comparten con él el camino de la vida… pero muy a menudo decepcionan a Jesús con comportamientos mundanos y no evangélicos. Son amigos de Jesús, pero a la vez son hijos del mundo y de su cultura.
Hoy se acercan a Jesús Santiago y Juan y le hacen una petición muy atrevida: Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. Santiago y Juan no se andan con chiquitas; son profundamente contemporáneos: lo quieren todo y lo quieren ya.
Por favor, colócanos en los primeros puestos; cuando tú mandes queremos estar bien colocados; aspiramos a ser poderosos; soñamos con ejercer una gran influencia…
Aquel debió ser un mal momento para Jesús: no se enteran, no me siguen a mí, están muy lejos de mi modo de ser y de vivir.
Mientras Jesús se abaja, toma la condición de esclavo y se pone a la cola de los pecadores, los discípulos sueñan con los primeros puestos. Jesús constata una vez más la enorme distancia entre lo que él plantea y lo que sueñan sus discípulos.
Esta atrevida petición de Santiago y Juan provoca mal ambiente en el grupo de los discípulos. Los demás se enfadan con Santiago y Juan. La ambición desordenada de unos pocos provoca el malestar de todos. Nuestras decisiones tienen consecuencia en los demás.
La ambición de poder de unos pocos genera tensiones y conflictos. La ambición no se lleva bien con la fraternidad; la fraternidad prefiere la humildad y la sencillez. No pretendo grandezas que superan mi capacidad (Sal 130).
Jesús, viendo el mal clima que se ha creado, los reúne a todos y aprovecha la ocasión para seguir formándoles en actitudes evangélicas.
No será así entre vosotros. El que quiera ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Y Jesús da la razón de este modo novedoso de comportarse: os quiero servidores, sencillos porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos.