Domingo XIX del TO
Por: Carme Soto Varela. Sierva de San José
Textos Litúrgicos:
Sab 18, 6-9
Sal 32
Heb 11, 1-2.8-19
Lc 12,32-48
“No Descuidéis La Vida”
Apuntes para el Camino
El relato evangélico que nos ocupa nos sumerge en una amplia enseñanza de Jesús a sus discípulos/as que, quizá, en una primera lectura nos resulte difícil de entender. Pero, si vamos poco a poco escuchando, podemos descubrir algunos de los hilos que tejen el mensaje y encontrarnos, una vez más, con ese horizonte desafiante que es seguir a Jesús.
En esta sección del evangelio, Lucas, une diversas enseñanzas de Jesús con el propósito de ayudar a su comunidad a responderse algunas preguntas que iban surgiendo en su caminar creyente: ¿Cómo mantener viva la utopía del Reino? ¿Qué valores hemos de priorizar en la comunidad? ¿Cómo sostener la esperanza en un mundo a veces hostil y otras indiferente?
Confía y comparte
Lucas y su comunidad saben muy bien que ser discípulo/a de Jesús no consiste en aprender o aceptar una serie de verdades sino adoptar un estilo de vida. Un estilo de vida que, tampoco, se queda en meras prácticas ascéticas, sino que abarca todo lo que son y hacen desde lo más cotidiano hasta lo más excepcional.
Las palabras de Jesús que Lucas recuerda buscan sostener ese estilo y lo hacen invitando a estar atentos/as a no dejarse vencer por el miedo o el desánimo y a ser responsables de no dejar que se apague la esperanza.
Jesús comienza su enseñanza invitando a los discípulos/as a no tener miedo porque Dios-Abba está sosteniendo sus vidas en el camino de seguir encarnando la Buena Noticia del Reino como comunidad y como miembros de una sociedad que no siempre los acoge y los entiende.
Esa confianza en el Dios del Reino se refleja, de forma significativa, para Lucas, en el uso de los bienes. La llamada a desprenderse de lo que se tiene y a repartirlo con quien lo necesita es un imperativo del discipulado. No se trata de ser generoso/a con los pobres sino de vivirse liberado/a de las etiquetas de poder y estatus que suponen la riqueza.
Para la Lucas la gratuidad es un signo de pertenecía a la comunidad no un tema ascético. La llamada es a educar el corazón desde la gratuidad, a mirar al otro/a desde el vínculo que nace de sentirse hermano/a y compañero/a de camino.
Atentos/as y responsables
Seguir a Jesús supone, además, estar siempre atentos/as a la vida, cuidándola e impulsándola. No se trata simplemente de un mandato, aunque sea evangélico, sino de una invitación a hacerse corresponsable en la tarea del Reino.
En esta tarea la recompensa es la acogida mutua, la hospitalidad y la mesa compartida. La invitación es a reorganizar las partencias, a cambiar el honor por el servicio, el tu por el nosotros. Permanecer ahí no es fácil porque es fácil dejarse arrastrar por el cansancio, el desencanto o el fracaso.
El desafío es permanecer alentados/as por la esperanza, no dejar que el tiempo haga rutinario el camino o vacío el deseo. El desafío es hacernos cargo de la Buena Noticia del Reino con gratuidad, responsabilidad y pasión.
Vivir el discipulado desde unos “mínimos aceptables” y no desde un horizonte de vida plena y plenificada empequeñecerá cualquier cosa que emprendamos, vaciará de aliento cualquier proyecto y sobre todo, pondrá freno a la Buena Noticia de Dios que es, en definitiva, la misión a la que toda/o discípula/o de Jesús nos hemos comprometido.
Publicado en Fe Adulta