“Paz”

Paz

 

VI Domingo de Pascua
Por: Rosa Belda. Laica. Mujeres y Teología. Ciudad Real

 

Textos Litúrgicos:

Hch 15, 1-2. 22-29
Sal 66
Ap 21, 10-14. 22-23
Jn 14, 23-29

“Paz”

En la lectura de Hechos de los Apóstoles se refleja cómo era difícil, también para los primeros cristianos, ponerse de acuerdo sobre las normas que eran importantes y las que no. Me fijo en la frase “no imponeros más cargas que las indispensables”. Me imagino que en el tema de la circuncisión, como en tantos, era complejo, en aquella época, discernir. Esa frase me hace reflexionar sobre un posible criterio cuando tomamos decisiones: que no sea una carga más. Al decidir sucede que nos imponemos normas o acciones que son más producto de la super-exigencia, que no son de Dios, que son una forma de quedarnos tranquilas, de no sentirnos culpables, pero en el fondo, de mirarnos el ombligo, aunque sea retorcidamente.

En ella no vi santuario, pues el Señor, Dios todopoderoso, es su santuario”. El Apocalipsis, con su difícil lenguaje, simbólico y evocador, nos trae esta expresión, que es tan interesante. Así encontramos a Dios, que lo ilumina todo. Dios es el santuario. Dios es el lugar de adoración. Y Juan, que también nos ayuda en el discernimiento, sabe que en Dios todo se llena de luz. Es la luz, es el santuario. Elegir “creer”, optar por la fe, supone dejar otros mundos, supone radicalidad. No admite medias tintas. En Dios está la plenitud.

Por fin llegamos al Evangelio que en este domingo nos alienta con la esperanza de la Ruah, sin dejar de nombrar ese anhelo en el que hoy estamos inmersas las cristianas. Ese deseo de paz. Paz para el mundo en guerra. Paz en los lugares de conflicto bélico. Paz como grito, como proclama contra la injusticia. Lloramos el dolor de tantas personas muertas a manos de otros seres humanos. Cuando además la hipocresía, vestida de política, calla expresamente que en Gaza se está cometiendo un genocidio, por temor a las represalias, entonces, nos hacemos más cómplices de las matanzas, de las hambrunas, de la deshumanización.

Como un repique de campanas suena hoy: “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo”. Esto dice Jesús. Nosotras también. ¿Cómo es esa paz diferente a la que da el mundo? Es como la mensiona el Papa León XIV, una paz con ímpetu, insistente… Nuestra vida, nuestra acción social y política, nuestros quehaceres públicos y privados, han de decir: PAZ. Paz que no significa componendas, que no significa silencio. Paz y justicia. Vida y paz. Cada una va descubriendo en su vida cómo es esa Paz , que no huye de la denuncia, y que al mismo tiempo exige reconciliación en el interior de nuestro corazón. Este camino es difícil. La palabra paz lleva consigo un reconciliarse y seguir dando pasos.

Cristo Resucitado dice más: “Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde”. Me da miedo salir ahí afuera y exponerme, y decir una y otra vez lo que no está bien, lo que es injusto, lo que es opresor, lo que es perezoso, lo que es perjudicial.

No rendirme a las superexigencias, optar por creer en Dios en lo profundo, y practicar la paz, hacerla mía, trabajarla en el corazón y llevarla al mundo unida a la justicia. Eso me dicen estas lecturas hoy.

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