¿Qué Quieres Que Haga Por Ti?

Que quieres que haga por ti?
Domingo XXX el TO
Por: Conchi Ruiz Rodríguez. Mujeres y Teología. Ciudad Real

 

Textos Litúrgicos:

Jr 31, 7-9
Sal 125
Heb 5, 1-6
Mc 10, 46-52

¿Qué Quieres Que Haga Por Ti?

 

La primera lectura del profeta Jeremías, es un canto de agradecimiento del pueblo a Dios. El Salmo125 expresa el mismo sentimiento, es un canto de júbilo del pueblo hacia Dios. El pueblo, al volver del destierro muestra su agradecimiento al Señor. Cuando marcharon iban llorando, ahora regresan alegres. Saben que el Señor los conduce por un camino seguro, hacia una tierra que dará abundantes frutos. Es el Señor quien ha cambiado su suerte: “Ha hecho grandes cosas por nosotros y estamos alegres”

El evangelio de Marcos nos narra la curación del ciego Bartimeo.

Observemos previamente el tipo de curación que realiza Jesús. La ceguera es una discapacidad inhabilitante. Trastoca la vida de una persona por completo. En la época de Jesús los invidentes carecían de medios técnicos y médicos para poder desarrollar sus potenciales. Una discapacidad de este tipo los condenaba de por vida a los márgenes, se convertían en personas excluidas.

Jesús sale de Jericó, acompañado de sus amigos y otra mucha gente. Bartimeo, “un mendigo ciego”, está sentado al borde del camino; se trata de una persona excluida socialmente. Seguramente habría oído hablar de Jesús en otras ocasiones, de los milagros que realizaba. A pesar de su ceguera, Bartimeo si conserva los demás sentidos alerta, no permanece pasivo o dormido, está expectante, busca salir de la oscuridad que lo envuelve, busca ser curado.

Oye que es Jesús quien pasa por allí y no duda en pedir auxilio, en gritar con fuerza y pedir que lo saque de esa sombra: “Jesús Hijo de David, ten compasión de mi

Los amigos y discípulos de Jesús, que aún no habían comprendido la finalidad de la misión, lo mandan callar. Pero el ciego grita más fuerte. Jesús lo oye, se detiene y pide que lo llamen. El ciego se desprende del manto, intuye que en adelante no lo va a necesitar, y se acerca a Jesús de un salto. Qué arriesgado este gesto para una persona invidente, aparentemente es un salto al vacío, pero Él da un salto confiado.

El diálogo que surge entre ambos es escueto, conciso, saben lo que quiere el uno del otro. “¿Qué quieres que haga por ti? –Maestro, que recobre la vista”.

Y rápidamente Jesús lo despide. “Vete, tu fe te ha salvado” No le da ningún tipo de recomendación, ni explicación. Sabe que a partir de ahora Bartimeo será un hombre nuevo. No sólo le devuelve la visión, que ya es muchísimo, sino que al creer en Él su vida será diferente. A partir de ahora será un hombre con una vida plena. Liberado de la atadura de la ceguera. Bartimeo es sanado por dentro y por fuera, es una persona nueva que a partir de este momento opta por seguir a Jesús por el camino.

Es interesante destacar varios aspectos del personaje Bartimeo:

El primer aspecto es la consciencia de padecer ceguera. Sabe de su ceguera, pero no quiere vivir con ella, quiere salir de un contexto que lo limita y no lo deja ser. De ahí que sentado al borde del camino esté expectante, esperando una oportunidad.

El segundo aspecto está relacionado con deshacerse de aquello que le estorba, tira el manto, su nueva opción de vida requiere ir ligero de equipaje. Por último es importante destacar la confianza que Bartimeo pone en Jesús, pese a la reticencia de los discípulos que lo mandan callar, Él grita más fuerte, sabe que Jesús el Nazareno puede cambiar su vida.

Es momento de plantearnos cuáles son nuestras cegueras, si bien no son físicas, puede haber otras cegueras de las que vivimos prisioneros y no dejen seguir a Jesús; si estamos conformes con ellas o bien queremos superarlas. Si con el afán de acumular llevamos encima tantas cosas que nos estorban, nos pesan demasiado e impiden caminar ligeros de equipaje. Si en nosotros, al igual que en Bartimeo, fluye esa necesidad fuerte, intensa de ver con claridad y dejamos espacio para el diálogo personal con Jesús que nos susurra ¿qué quieres que haga por ti? y a partir de ahí ponemos las cegueras en sus manos y nos dejamos conducir por Él.

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