IV Domingo de Adviento
Por: Luisa Azor. I.S. Hijas del Corazón de María. Sevilla

Textos Litúrgicos:

Mi 5, 1-4a
Salmo 79
Hb 10, 5-10
Lc 1, 39-45

“Bienaventurada La Que Ha Creído”

 

¡Se acaba el tiempo de Adviento! Se acerca el tiempo de celebrar y contemplar el Amor Desproporcionado de un Dios que decide hacerse hombre para comunicarse de manera definitiva con su criatura. Este es el Misterio de la Encarnación que celebramos en Navidad más allá de las luces y las comidas…

¿Cómo te has preparado para este acontecimiento de la Gracia? Toda la Liturgia de la Palabra es un regalo precioso, y el evangelio es un tesoro. A un par de días de la celebración de la Navidad se nos invita a contemplar el encuentro entre dos mujeres embarazadas y llenas de fe, que creen en la Palabra de Dios contra toda apariencia.

Isabel. Una mujer vieja y aparentemente estéril. Una mujer sobre la que el Espíritu Santo actúa y la hace fecunda, contra toda apariencia.

María. Una muchacha jovencilla que acoge la misión que Dios le encomienda y que está por encima de toda lógica humana.

En los tiempos que vivimos, si solo nos fijamos en las apariencias, será bastante improbable que vivamos la anchura y la profundidad del Misterio de la Encarnación, que creamos en la Promesa de Dios, que cumple siempre a su manera. ¿Cuál es su manera? Siempre desde lo pequeño, desde lo que no tiene “apariencia”, empezando por Nazaret y Belén y siguiendo hasta Jerusalén…

Hoy, se nos invita a entrar en casa de Zacarías y dejar que nuestro corazón se acompase al de Isabel, al de María que, contra toda apariencia, Creen en la Promesa de Dios. Que nuestro corazón salte gozo al experimentar la presencia del Dios-con-nosotros, y vivamos con la certeza de que Dios cumple su Promesa, lo que dice lo cumple, a su manera, pero lo cumple. Por ello Bienaventurada la que ha creído