Por: Auxiliadora Fernández Fernández. Mujeres y Teología de Ciudad Real

Salid a las ventanas, terrazas y balcones,
y que un estrepitoso aplauso, inunde nuestra tierra enmudecida,
porque Cristo Resucitado se abre paso en medio del dolor,
las lágrimas, la muerte.

Ha llegado la Pascua, a pesar de los pesares;
a pesar de estar  sumergidos en el miedo,
encerrados en la casa, viendo tambalearse muchas vidas.

Ha llegado la Pascua, quizás la más luminosa, la más grande
y necesaria que jamás hayamos celebrado.
Aplaudamos con fuerza.
Abramos las puertas de nuestras casas
para que pase el Resucitado repartiendo ternura
y vida nueva. ¡Vida Resucitada!
Dejémosle  que nos llene por dentro de alegría,
para  que nuestro corazón rebose de esperanza y la contagie.

Una vez más nuestro Dios, apostando por la Vida,
ha resucitado a Jesucristo dando la razón a su propuesta y su mensaje.
Una vez más, la VIDA le ha ganado a la muerte la batalla.

Una vez más nuestro Dios, apostando por la Vida,
ha derrotado para siempre a todas las fuerzas del mal.
Y seguirá derrotando no sólo al COVID-19,
sino a todos los virus que nos esclavizan
y nos hacen ser menos humanos.

La Pascua, a pesar de los pesares, es una oportunidad para ser luz,
si acogemos esa Luz que emana de un sepulcro vacío,
y juntos y apostando por la fraternidad universal,
hagamos posible que vuelva la Vida, sin que nadie se quede atrás.
Volverán los abrazos y renovaremos nuestro compromiso de
dar lo mejor de nosotros para que quienes hoy sufren
con más virulencia la pandemia,
y los millones de personas empobrecidas, no pierdan la esperanza.

¡Ha resucitado Cristo, nuestra esperanza!
¡Él sigue vivo y dándonos Vida!
¡Este año también es Pascua!
La Luz del Resucitado ilumina a toda la humanidad sufriente,
y nos hace portadores de Vida.

“ESTE ES EL DÍA EN QUE ACTUÓ EL SEÑOR,
SEA NUESTRA ALEGRÍA Y NUESTRO GOZO”