III Domingo de Pascua
Por: Conchi Ruiz Rodríguez. Mujeres y Teología. Ciudad Real
Textos Litúrgicos:
Hch 5, 27-32. 40-41
Sal 29
Ap 5, 11-14
Jn 21, 1-19
“Jesús Está Entre Nosotros”
La primera lectura de los Hechos de los Apóstoles nos narra como la persecución que sufrió Jesús se repite con las primeras comunidades cristianas. Pese a ello, con la ayuda del Espíritu, los discípulos y discípulas del Maestro dan testimonio con sus vidas y anuncian a las gentes que Jesús ha Resucitado.
El Salmo 30 es una acción de gracias a Dios desde el júbilo y la alegría. “Él cambia nuestro luto en danza”.
La segunda lectura del Apocalipsis nos relata una visión en la que numerosos ángeles y ancianos alaban al Cordero Degollado, que es imagen de Cristo muerto y Resucitado.
El evangelio de San Juan 21,1-14, es de la “pesca milagrosa”. De nuevo, Jesús se aparece a los discípulos.
El texto nos narra cómo algunos discípulos de Jesús acompañan a Pedro a pescar. Faenan toda la noche y no consiguen pescar nada. Al amanecer, Jesús se aparece una vez más y desde la orilla les da indicaciones para que echen las redes al lado derecho de la barca. Para sorpresa de todos, las redes se llenan de pesca a rebosar. Ninguno del grupo reconoció a Jesús, sólo Juan lo reconoce, dice: “es el Señor”. Pedro es el primero en salir a su encuentro. Jesús les prepara el almuerzo.
Los discípulos vuelven a sus tareas cotidianas. Quedan atrás las experiencias tan intensas vividas con el Maestro, tantas jornadas compartidas, los milagros, las enseñanzas, la muerte cruel, la resurrección, …; ahora Él no está con ellos.
Saben que Jesús ha resucitado, que Él vive, se les ha aparecido. La experiencia de vida con el Maestro no les ha dejado indiferentes. Jesús ha tocado sus corazones. Pero ¿qué hacer a partir de ahora?, ¿cómo seguir?, ¿cómo orientan sus vidas?
Es la tercera vez que Jesús se aparece a los discípulos, ahora en una escena de su vida cotidiana. Es una invitación-propuesta a seguir pescando desde la presencia de Jesús Resucitado. Quiere que descubran que no están solos, Él sigue con ellos.
Del mismo modo es una invitación a cada uno de nosotros para seguir pescando en los quehaceres cotidianos, cada cual desde su misión. ¿Cuántos fracasos (pescas infructuosas) vivimos en nuestras vidas por muy diversos motivos, laborales, de salud, de relaciones, de proyectos, …?, y Jesús nos vuelve a invitar a echar las redes, a seguir intentándolo, ahora desde el lado derecho de la barca.
La resurrección de Jesús no nos puede dejar indiferentes, el encuentro con el resucitado es energía y fortaleza para seguir con la pesca en los distintos caminos de nuestras vidas. Desde la certeza que no estamos solos, que Jesús está en la orilla, esperándonos; desde ahí hasta los fracasos adquieren otro sentido. El mundo necesita que vivamos como personas resucitadas. Para ello necesitamos alimentarnos del pan de la Eucaristía. Necesitamos el trato personal y continuo con el Señor Resucitado, para que su luz ilumine las noches. Necesitamos la sensibilidad de Juan para reconocer al Señor en los hombres y mujeres de nuestro mundo, en especial aquellos que más sufren.
Os animo a no desfallecer, a continuar echando las redes, a pesar de… Cristo Vive, no estamos solos vive a nuestro lado, Él ha venido para dar vida a todos, vida en abundancia.
Termino con unas palabras del Papa Francisco “Pascua es un tiempo de esperanza… nos permite afirmar que, aunque Dios parezca muy distante y sigamos estando preocupados por muchos pequeños detalles, nuestro Señor recorre el camino con nosotros… ¡Hagámosle espacio a la luz del Resucitado¡ y nos convertiremos en constructores de esperanza para el mundo”.