Domingo VII del T.O.
Por: Josefina Oller. I.S. Vita et Pax. Guatemala
Textos Litúrgicos:
1 Sam 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23
Sal 102
1Cor 15, 45-49
Lc 6, 27-38
Amar Como Dios Ama
Después de haber contemplado el pasado domingo el mensaje de las Bienaventuranzas tan claro y directo, Lucas nos invita hoy a un rápido aterrizaje: reflexionar las consecuencias y las exigentes concreciones que Jesús propone a sus discípulos.
Las bienaventuranzas son el punto de partida, el motor para entrar en directo en esta enseñanza de Jesús que pone el listón alto: el AMOR tiene que ser el distintivo de quien quiere seguirle de verdad. Él en palabras y obras lo ha manifestado a lo largo de su vida hasta llegar a hacerlo mandato: “amaos como yo os he amado”.
Pero no es un amor cualquiera, es un amor peculiar a la medida del corazón de Dios. Se trata de que llegue al máximo. Los primeros versículos del evangelio de hoy aterrizan rápidamente: “amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen, bendecid a quien os maldiga y orad por quienes os difaman”. Cuatro verbos imperativos, cuatro frases que hay que reflexionar y que invitan a un profundo examen de conciencia.
Es posible que, en principio, no sintamos que tenemos enemigos directos, pero en el fondo, sí los tenemos más o menos ceranos y normalmente no se nos ocurre rezar por ellos, al contrario, despiertan en nosotros sentimientos y comentarios negativos.
En las circunstancias actuales que vive el mundo de violencia y guerras que tanto afectan a los países y a las poblaciones débiles, nos ponemos a favor de estas, -gracias a Dios nuestras reacciones son humanamente “lógicas”-Pero… ¿cómo vamos a hacer el bien y a bendecir a quienes tanto daño están haciendo? Cómo vamos a “decir bien” de dirigentes, políticos, violadores y un largo etcétera de personas que tienen actuaciones tan hipócritas? No sé si oramos por quienes persiguen, oprimen, maltratan y matan a tantos hermanos y hermanas nuestros!!!
Es fuerte y exigente lo que nos pide el evangelio. Fuerte y contrastante porque, si bien estas actitudes son las que han de reflejar nuestra opción por el Reino, al mismo tiempo no podemos quedarnos tranquilos/as sin denunciar con valor las grandes injusticias. Es todo un aprendizaje del cual el gran Maestro es Jesús y lo han sido tantos mártires a lo largo de la historia y lo son en la actualidad. Todos han sabido orar, excusar, perdonar a sus enemigos.
Ciertamente, si seguimos reflexionando con serenidad nos encontramos con otro interrogante: “si amamos a quienes nos aman, si hacemos el bien a quienes nos lo hacen, si damos a quien nos da, ¿qué mérito tenemos? Eso lo hace cualquiera, no nos distinguimos para nada de la gente que funciona con criterios humanos con poca o ninguna referencia a Dios-
Los discípulos/as de Jesús tenemos una misión importante y urgente: “mostrar a nuestro alrededor el verdadero ROSTRO DE DIOS. Cuanto más vivamos nuestra filiación y nos sintamos hijos/hijas suyos, mejor reflejaremos al “Dios de Jesús”: Padre-Madre lleno de bondad, de misericordia, de compasión, que no tiene inconveniente en hacer salir el sol sobre buenos y malos, que da alimento a todo viviente, que si se enoja un instante, eternamente perdona.
Es un desafío, un ideal ir adquiriendo en nuestra vida diaria esas actitudes que nos hacen semejantes a Él. ¡Ojalá que lográramos ser una fotocopia suya aunque un tanto borrosa!!! Pero antes que tarea y logros ese tipo de amor es un DON, un regalo de la Ruah. A Ella hay que acudir en la certeza de que está en nuestros corazones. Nos lo recuerda Pablo en su carta a la comunidad de Roma: “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” Rm.5,5.
También S. Pedro nos exhorta a no devolver mal por mal, ni insulto por insulto y a responder diciendo y haciendo el bien “porque para eso habéis sido llamados, para heredar una bendición” 1ª.P.3. La Palabra siempre viene en ayuda de nuestra debilidad. Ánimo pues, oremos y ejercitémonos en las exigentes propuestas de nuestro Amigo Jesucristo. No es “misión imposible”.