Domingo de Pentecostés
Por: Victoria Cañas. I.S. Vita et Pax in CJ. Pamplona
Textos bíblicos:
Hch 2,1-11
Sal 103
1Cor 12,3-7.31-44
Jn 20,19-23
“El Espíritu Santo En Acción”
Tras cincuenta días de Pascua, termina este periodo pascual y hoy fiesta de Pentecostés celebramos la acción del Espíritu en nosotros y en nuestro mundo. Ese Espíritu de Dios que está siempre vivo en el corazón del ser humano, ese impulso del mismo Dios en lo más íntimo de nuestra existencia que se nos comunica y regala; nos hace personas nuevas y nos invita a ser anticipo de ese Reino que esperamos.
En la actualidad es fácil visualizar la lectura de los Hechos de Los Apóstoles, vivimos en una sociedad poliédrica en el que confluyen diferentes lenguas, etnias y culturas donde estamos llamados a incorporar y respetar la originalidad de todos y cada uno. En Pentecostés los Apóstoles comprendieron la fuerza unificadora del Espíritu. La vieron con sus propios ojos cuando todos, aun hablando lenguas diferentes, formaron un solo pueblo.
Hemos recibido diversidad de carismas nos dice la carta a los corintios, pero uno solo es el Espíritu y tendríamos que ser capaces de reconocer y acoger los aportes de cada persona. Hoy el Espíritu también nos conduce a entretejer la unidad en nuestra diversidad, a buscar una coexistencia pacífica, justa, armoniosa y fraterna, en una sociedad multiétnica y pluricultural donde todos tengamos cabida.
El mundo en el que vivimos pareciera intoxicado de discordia y de gran división, estamos todos conectados y, sin embargo, nos encontramos desconectados entre nosotros, o en palabras del Papa Francisco “anestesiados por la indiferencia y oprimidos por la soledad”. Asistimos a muchas guerras, muchos conflictos ¡parece increíble el mal que el hombre puede llegar a realizar! Y he aquí que el Señor, en el culmen de su Pascua, como dice Jn en el evangelio, derrama sobre el mundo su Espíritu bueno, el Espíritu de la armonía, de la concordia, el que trae la paz.
Nos insufla su Espíritu para perdonar los pecados, es decir, para reconciliar los ánimos, para armonizar los corazones rotos por las heridas que provocamos con nuestra insolidaridad, injusticia, violencia o desunión.
Todos poseemos el Espíritu, no es propiedad de unos pocos, trabaja silenciosamente en el corazón de la gente normal y sencilla.
Se encuentra allí donde se procura la vida digna, se armoniza la diversidad, se vive la comunión y se concilian conflictos.
“Ven, Espíritu Santo,
quedan aún muchos muros
que han de ser derribados;
Aún no sabemos hablar
lenguas que todos entiendan
y hay tantas guerras estúpidas.
Ven, porque no somos hermanos.
Espíritu, cuando tu estas:
No hay exclusión sino integración,
no hay divisiones sino abrazos,
no hay violencia sino paz,
no hay resentimiento sino perdón.”