II Domingo de Pascua. De la Divina Misericordia
Por: Lucio Arnaiz. I.S. El Prado. Alicante
Textos Litúrgicos:
Hch 5, 12-16
Sal 117
Ap 1, 9-11. 12-13. 17-19
Secuencia
Jn 20, 19-31
El Resucitado Nos Busca Y Nos Resucita
La gran noticia de la Pascua es que el Crucificado ha sido resucitado y que todo lo nuestro está ‘amenazado’ de resurrección. Felizmente, Dios sigue teniendo la última palabra y colocando a cada uno en su sitio. Dios Padre ha dejado en evidencia a los que crucificaron a Jesús y ha constituido a Jesús Señor y Salvador del mundo.
El Resucitado está deseando compartir con nosotros el gozo de la resurrección. Por eso, el Resucitado sale a nuestro encuentro, nos busca en todo tiempo y lugar, nos busca con insistencia. Somos los amados, los buscados, los tenidos en cuenta por el Resucitado. Estando los discípulos con las puertas cerradas por miedo a los judíos, Jesús se presentó, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros… Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Cuando uno se ha visto sorprendido por el Resucitado en el camino de la vida, nos llenamos de luz y de alegría; el Resucitado nos hace partícipes del misterio de su resurrección.
Cuando el Resucitado se presentó a los discípulos por primera vez, Tomás no estaba con ellos. Los demás le decían: Hemos visto al Señor. Era verdad, ha resucitado el Señor. Pero Tomás no se fiaba: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo. A los siete días, el Resucitado vuelve estando Tomás con ellos. Jesús se dirige directamente a Tomás: Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente. El quehacer del Resucitado es hacernos partícipes de su resurrección. Comenzamos a ser creyentes de verdad cuando nos dejamos sorprender por el Resucitado. Nuestra fe es la historia de un encuentro entre el Resucitado y nosotros. Dichosos los que crean porque se reconocen buscados y amados por el Resucitado.
“Nadie fue ayer, ni va hoy, ni irá mañana hacia Dios, por este mismo camino que yo voy. Para cada hombre guarda un rayo nuevo de luz el sol,,, y un camino virgen Dios” (León Felipe).