III Domingo de Cuaresma
Por: Chus Laveda. I.S. Vita et Pax. Guatemala
Textos Litúrgicos:
Ex 3, 1-8. 13-15
Sal 102
1Cor 10, 1-6.10-12
Lc 13, 1-9
La Paciencia De Di*s
La parábola que hoy se nos relata en el evangelio por boca de Jesús nos puede parecer dura. La higuera no dio higos durante tres años y el dueño decide cortarla. Lógico, no da higos, ¿para qué seguir esperando algo de ella, si en tres años no fue capaz de dar fruto, a pesar de haber sido cuidada y preparada para ello?
Y de nosotras/os como Iglesia, como sociedad, como creyentes y seguidoras/res de Jesús, ¿se nos podría decir lo mismo? Sí. Se nos podría preguntar por nuestros frutos en función del buen vivir para todas y todos; de la preocupación y solidaridad con los más vulnerables; del cuidado de unas/os por otras/otros; así como de nuestra casa común; de la acogida a quienes llegan a nuestros países en busca de un futuro mejor. ¿Hemos dado frutos de justicia y de paz? ¿Hemos crecido en humanidad?
Estos serían los frutos que deberíamos dar y compartir, en el esfuerzo común de generar un mundo mejor sin guerra, sin violencia, sin tanto dolor e injusticias. Pero año tras año, hacemos balance y no damos la medida de nuestra responsabilidad y compromiso por el Reino.
Y si reflexionamos a fondo, tal vez podríamos reconocer algunas malas cosechas: pérdida de los valores que nos hacen humanos, una sociedad desencantada, una iglesia que no da respuestas y hondura a nuestra fe, un alejamiento del evangelio, justificado en una serie de prácticas y ritos vacíos de sentido que no dan esperanza a tantos y tantas de nosotras/os. Y no será, porque no hemos recibido “cuidados”: educación, estudios, acompañamientos, liturgias, testimonios de profetas y profetisas de hoy que supieron dar la vida por su compromiso evangélico y solidario con nuestro mundo de hoy.
Hoy escuchamos el relato del Éxodo donde Di*s habla a Moisés: “He visto la opresión de mi pueblo… he oído sus quejas contra los opresores… he descendido para librar a mi pueblo de la opresión…” Y envía a Moisés, como hoy nos envía a nosotras/os, elige a Moisés como mensajero de tan buena noticia, como nos elige también a nosotras/os. Descalzos de nuestra prepotencia y seguridad, porque pisamos una tierra sagrada donde Él se hace presente y vivo dando sentido a nuestra esperanza, en cada gesto que hacemos que da frutos de verdad y justicia.
Pero esa tierra sagrada donde descansa su presencia en medio de los más pequeños y vulnerables, la hemos convertido en tierra de guerra y muerte, creyéndonos dueños de ella y dominando a quienes pensamos innecesarios para lograr nuestros objetivos de dominación y poder.
Y después de 2000 años Di*s nos sigue llamando, porque continúa escuchando el clamor de su pueblo maltratado, humillado y violentado en su derechos y dignidad.
Ahí está La Paciencia De Di*s, que un año tras otro espera la respuesta de sus hijos e hijas, espera los frutos que hagan visible y esperanzador el reino que Jesús nos regaló como una muy buena noticia para toda la humanidad.
¿Encontrará Di*s a alguien de nosotros/as que le diga:” Señor, déjala todavía este año, voy a aflojar la tierra alrededor y echarle abono, ¿para ver si da fruto…”?
Hoy necesitamos confiar en la paciencia de Di*s y comenzar a dar frutos de justicia y paz.
¿Te animas a aprovechar esta nueva oportunidad de cambio que se nos ofrece?