I Domingo de Cuaresma
Por: Paky Lillo. I.S. Vita et Pax. Madrid
Textos Litúrgicos:
Dt 26, 4-10
Sal 90
Rm 10, 8-13
Lc 4, 1-13
Recuerdos De Jesús
Jesús me recuerda a través de la lectura de este fragmento del Evangelio de Lucas nuestros momentos de encuentro, de desierto, en nuestra lucha por “ser”, por hacer fraternidad, por querer realizar de acuerdo con Dios la misión… donde surgen mil ideas y momentos duros. Le digo a Jesús que quiero caminar este trecho de su camino a su lado y creo ver su doble encuentro:
Se encontró con el Padre en el momento del Bautismo, parece que todo comienza y Jesús escucha al Espíritu que le anuncia la misión, Dios sale al encuentro y se manifiesta. Ese Espíritu lo dirige a su desierto interior, donde solo estamos dos: Dios y yo. Es necesario el encuentro con uno mismo y ante la presencia de Dios: “Ver”.
Son Recuerdos De Jesús, que hay que convertirlos en Vida.
La confianza en Dios y la necesidad humana de sentirte segura, reconocida por tu medio y tenida en cuenta en tu círculo inmediato es importante para todos, imagino que también para Él.
Momento de discernimiento, de encuentro ante Dios con dos cuestiones en el centro: Las necesidades y los deseos.
Todo nuestro camino está plagado de tentaciones, porque nuestro Yo es muy grande, porque nuestro cerebro siempre persigue “el sobrevivir por encima de todo” y se rige más bien por la inercia que por la posibilidad de cambios. El corazón y la fe, aunque haya dudas, van por otro camino y están sujetos a la novedad y al cambio, la vida de Jesús así nos lo demuestra, y que el corazón intente convencer a la razón de que otras maneras también pueden ser posibles e incluso mejores, es una tarea muy costosa.
Sentimos la necesidad material en un primer lugar, parece que, si nos despojamos de nuestras cosas, las que a veces mantenemos incluso por inercia, no vamos a poder continuar nuestra andadura; si no obtenemos el reconocimiento de nuestro entorno de que lo que hacemos es bueno e incluso brillante no estamos seguras. Por otro lado, tenemos nuestros deseos, deseos de ser los primeros o por lo menos “importantes”, de asegurarnos un lugar dentro de nuestro contexto que nos defina como miembro de un proyecto. Y con ello las tentaciones, tentaciones de soledad, de dificultades difíciles de superar, el miedo a perder apoyos, a quedarnos a oscuras…
Ante todo este torbellino de necesidades y deseos, Jesús descubre lo que verdaderamente le hace importante, lo que le da seguridad: la confianza en Dios.
Nuestra lucha mayor se libra en nuestro interior, lugar del Espíritu, lugar habitado por Dios. Él debe llenar nuestro interior, porque es la manera en la que podemos llegar a adquirir la actitud de vivir desde Dios, de discernir en libertad desde su modo de vivir.
Jesús descubre que la confianza en Dios Padre-Madre es lo que le da seguridad a su vida, lo que llega a satisfacer sus necesidades y sus deseos. Porque desaparece la tiranía del Yo y aparece la compasión y la esperanza del Amor de Dios.
Son Recuerdos De Jesús, que hay que convertirlos en Vida.
Pongamos nuestro interior a su disposición aprovechando este tiempo de cuaresma y seamos parcos en las malas palabras y generosos en cordialidad; digamos muchas veces, “lo siento”, “perdón”, “gracias”, “te quiero”, cuando tenga que ser y no lo callemos; pongamos el hombro cuando se necesite y cuando no. Es tiempo de Conversión.