Cuaresma: duelo entre la Luz y las tinieblas
Por: D. Cornelio Urtasun
Cuaresma: duelo entre la Luz y las tinieblas. Hace dos meses nos preparábamos para la venida del Verbo del Padre, para su renovado nacer entre los hombres, dentro de nosotros: “El Verbo se hizo carne para habitar entre nosotros, para vivir en nosotros”.
Como decía San Pablo: “Volvió a hacérsenos presente la benignidad y humanidad de Nuestro Señor Jesucristo”. Sí, “una Luz esplendorosa había bajado a la tierra, en la persona del Verbo del Padre”. Hay pocas cosas que se anhelan tanto como la Luz, pero como dicen San Juan:
“Las tinieblas no la quisieron recibir”
“Los hombre prefirieron las tinieblas a la Luz”
“Vino a los suyos y éstos no le quisieron recibir”
El drama de Jesús se revive en la Liturgia. Comienza el duelo entre la Luz y las tinieblas.
ESTA ES LA CUARESMA:
Jesucristo que padece, muere y resucita en nosotros, para la redención del mundo. Redención que continúa por la Pasión que se completa en nosotros. El martirio cruento de Jesucristo que se perpetúa en nuestros cuerpos y almas. Pedazo de Sí mismo para el perdón de los pecados.
El nervio de la Cuaresma y su cumbre: nuestra vinculación vital a Jesucristo Sacerdote y Víctima, que ofrece y se ofrece; con el cual ofrecemos y nos ofrecemos, con un valor sacramental en la expiación y santificación. Pero con un objetivo trascendente y glorioso.
Nos ofrecemos con Jesucristo al supremo sacrificio de la muerte, para morir con Él y en Él y con Él; y en Él resucitar a una vida luminosa. Luminosamente restaurada en Él, porque la LUZ había vencido y vence a las tinieblas.