Por: Secretariado de Espiritualidad. Vita et Pax.
Y dijo Yahveh a Abraham. Parece que volvemos al principio (Gn 1), donde Dios aparecía creando a través de la palabra. Estamos ante un nuevo comienzo. Este nuevo comienzo implica una ruptura con respecto a todo lo que ha sido el camino precedente. Abraham debe despojarse de aquello que le ata, que le cierra en su vieja existencia. Tres son los valores que Abraham ha de dejar: tierra, parentela o nación, la casa de su padre.
La vida verdadera empieza ahora; si no hubiera recibido esta llamada, si no hubiera respondido poniéndose en camino, en el sentido más profundo, Abraham hubiera muerto sin nacer, no hubiera sido. Su respuesta completa su verdadero nacimiento.
Desde el encuentro con Dios, la vida de Abraham y la de todas nosotras, comienza a ser una aventura siempre abierta. Por eso, el caminar de Abraham es un caminar continuo hacia la madurez, hacia la plenitud, en una continua sucesión de etapas que conducen hacia metas más altas o profundas, pero en cuyo fondo, siempre presente, aunque lo sintamos a veces oculto, aparece un Dios que acompaña constantemente al ser humano y que es la fuerza fundamental de su esperanza y de su caminar.
Todos los y las creyentes hemos recibido una llamada de Dios en Abraham: en él estamos incluidas todas; hemos recibido la palabra que nos pide dejar la tierra-casa-nación vieja para buscar la nueva tierra de la humanidad prometida y buscada.
Abraham ha dejado todo para seguir la palabra de Dios. Pero, al mismo tiempo, va buscando a Dios, como lo indica el hecho de que viene hasta el santuario de Siquem. Podemos decir que la misma palabra de Dios le ha llevado a buscar la presencia divina en los lugares del camino donde hay mujeres y hombres que también buscan a Dios.
Y Abraham camina, va de un lugar a otro, de otro al anterior. La misma dinámica de la vocación hace que Abraham nunca descanse: camine, mora en tiendas (sin suelo firme, sin tierra propia); pero en su propio camino, fundado en la palabra de Dios, va ofreciendo signos y principios de vida para sus descendientes. Esta es la vocación: vivir de la Palabra y abrir campo de esperanza para otras y otros.