“Acoger la Pregunta de Jesús”

Acoger la Pregunta de Jesús

Acoger la Pregunta de Jesús

Textos Litúrgicos:

Is 50, 5-9
Sal 114
Sant 2, 14-18
Mc 8, 27-35

DETENERNOS

Es saludable detenernos de vez y cuando, tomar distancia y preguntarnos por las cuestiones importantes de la propia vida. ¿Merece la pena lo que estoy haciendo? ¿Lo que estoy viviendo? ¿Qué estoy haciendo con mi vida? Preguntarnos por las pequeñas o por las grandes decisiones que tomamos cada día y que terminan configurando y determinando nuestra vida; preguntarnos por el tipo de relaciones que establecemos con nosotros mismos y con los demás.

Necesitamos detenernos, tomar distancia y valorar lo que hacemos y vivimos. Lo necesitamos para ser personas más conscientes, más libres y protagonistas de nuestra propia historia. Hacer un alto en el camino nos ayuda a ver con más claridad y no caminar a ciegas; nos ayuda a no perder el contacto con nosotros mismos y no vivir como autómatas, tal vez desde lo que otros dictan.

PREGUNTARNOS

En algún momento hemos de preguntarnos por qué somos cristianos: ¿por qué yo soy cristiano? ¿Por qué razón sigo en este camino? ¿Es algo atractivo el cristianismo? ¿Mi vida puede llenarse? ¿Qué he descubierto? ¿Quién es Jesucristo para mí?

ACOGER LA PREGUNTA DE JESÚS

«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Nos lo pregunta Jesús como se lo preguntó a los primeros discípulos; y se lo preguntaron las primeras comunidades cristianas.

¿Quién es Jesucristo para nosotros? ¿Quién soy para vosotros? Jesús nos lo pregunta siempre, también hoy, en este nuevo tiempo de la historia, repleto de cambios, de crisis y de retos para el cristianismo y las Iglesias que lo sostienen. «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo».

Jesús desea que estemos con él conscientemente, libremente. A los discípulos de la primera hora, que caminaban tras sus pasos, les preguntó «¿Qué buscáis?» (Jn 1,38) y a Pedro, mucho más tarde, le preguntará: «¿Me amas?» (Jn 21,15). Detengamos la marcha de nuestra vida, tantas veces inconsciente, hagamos un poco de silencio en nuestra mente y en nuestro corazón y atrevámonos a escuchar en el silencio la pregunta de Jesús: Y tú, ¿quién dices que soy yo?

RESPONDER

El cristianismo es el fruto de la respuesta a esta pregunta. «Tú eres el Mesías» (Mc 8,30). La respuesta de Pedro es la respuesta de las primeras comunidades cristianas y de las Iglesias a lo largo de la historia. Pero no hay respuestas eternas y, por eso, hemos de volver a responder. Escuchemos a Jesús y respondamos. «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» (Mc 8,29).

Acoger la Pregunta de Jesús Revista Eucaristía. Homilía.

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