“Todo lo Humano Está a La Espera”

Todo los humano esta a la espera

 

Domingo V de Pascua
Por: Lucio Arnaiz. I.S. El Prado. Alicante

 

Textos Litúrgicos:

Hch 9, 26-31
Sal 21
1Jn 3, 18-24
Jn 15, 1-8

Todo lo Humano Está a La Espera

 

Seguimos contemplando y celebrando el misterio de la Pascua del Señor Jesús: el Señor ha vencido a la muerte y al pecado. El Señor ha resucitado y ha abierto para todos la puerta de la resurrección. Todo lo humano está a la espera de resucitar con Cristo.

La vida nueva del Resucitado llega a nosotros en el pan y el vino de la Eucaristía. Cada vez que celebramos la Eucaristía el Crucificado-Resucitado se hace presente entre nosotros. El Resucitado nos invita a comer su cuerpo y a resucitar con él. Tomad y comed.

Por eso, Jesús insiste una y otra vez: yo soy el pan de vida, yo soy el pan bajado del cielo, yo soy la verdadera vid. A Jesús le gusta presentarse profundamente vinculado a la Eucaristía. Utiliza la expresión yo soy, que tiene un fuerte sabor identitario. En la Eucaristía no se trata de una cosa santa, sino de Dios mismo convertido en alimento para vida del mundo. En la Eucaristía es Jesucristo mismo el que se hace buen pan y el que se deja comer por nosotros. El que coma de este pan, vivirá para siempre… yo lo resucitaré. Comer el pan de la Eucaristía es comulgar con el Crucificado-Resucitado.

A nosotros nos corresponde dejarnos sorprender por el Resucitado y permanecer unidos a él. Decía Jesús: Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece unido a la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis unidos a mí. Porque sin mí no podéis hacer nada. La clave de la vida cristiana está en el verbo ‘permanecer’. Jesucristo es el que permanece resucitado dándose y entregándose como alimento; Jesucristo es el que permanece fiel a la voluntad del Padre… Por eso, Jesús nos invita a durar en él, a permanecer unidos a él. No basta rezar un poco; es necesario permanecer en oración; no basta entregarse a ratos; es preciso permanecer en la entrega. No basta amar en alguna ocasión; es necesario permanecer en el amor. El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.

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