D0mingo 19º del T.O., Ciclo C
Por: M. Auxiliadora Fernández Fernández. Mujeres y Teología. Ciudad Real
“Tu pueblo esperaba ya la salvación de los inocentes y la perdición de los culpables” (Sab. 18, 7)
“Dichoso el pueblo a quien Dios escogió” (Sal. 32)
“Abrahán salió sin saber a dónde iba” ( Heb.2, 8)
“Donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Lc. 12, 34)
Somos, y así nos sentimos, mujeres y varones que nuestro Dios “ha escogido”, para salir -como Abrahán- sin saber hacia dónde nos conducirán los caminos y los gustos del Señor. Nuestra vida la hemos convertido, libremente, en donación, en radical gratuidad, para hacer posible –aunque duela- la Utopía del Reino.
Nuestro Dios nos ha “tocado”, nos ha “seducido” y nos hemos fiado del Dios que da pleno sentido a nuestra existencia. ¡En ello nos va la vida!
Nos va la vida apostando, contra toda esperanza, en que merece muy bien la pena situarnos radicalmente, de parte de las personas de nuestro mundo a quienes hoy se les niega rotundamente el derecho a vivir una vida en dignidad.
El sistema político-cultural que nos envuelve, nos pica y nos mantiene en permanente tentación; apuntando con fuerza en dirección contraria. Al sistema le interesa tener gente alienada que secunde sus intereses. Pero el “pueblo que Dios escogió”, afirmamos, cada día, que queremos caminar por otro lado, aunque nos cueste la vida –como al Maestro-.
Queremos y así lo intentamos, vivir gozando del “tesoro” de la fe en un Dios desconcertante, que dio su vida por lo aparentemente inútil. ¡Gran paradoja en medio de un sistema en el que triunfa la lógica de la eficacia! Nuestra manera de “atesorar” no se centra en acumular riquezas, ni poder, ni prestigio…. lo nuestro va o ha de ir, por otro lado: Acumulamos nombres y rostros de personas sin nombre y sin rostro; son ellas las preferidas del Señor y las excluidas por el sistema. A ellas nos debemos, a ellas nos donamos; ellas son nuestra mayor riqueza. Convertimos así nuestra existencia en regalo de esperanza para “los inocentes” y en denuncia profética para “los culpables”.
La Palabra de este domingo refuerza y alienta nuestras opciones. Seguiremos en ello porque cada día saboreamos la VIDA, esa que se derramó a raudales desde un sepulcro vacío.