Caminando juntas

Por: Sonia Elizabeth Norato Pinto. Grupo Vida y Paz Quetzaltenango (Guatemala).

Testimonio en el II Encuentro Nacional de los Grupos Vida y Paz en Valencia

Primer Acercamiento

No tengo muy claro cómo o en qué fecha se presentó Chus en mi oficina, en la Universidad Rafael Landívar a decir que estaba a la orden para poder apoyar en las diferentes actividades que desde Pastoral Universitaria se realizaran, que era pedagoga y aprendiz de teología, que trabajaba en el Instituto del Llano, y así fue como todo empezó; contextualizo esto porque sin aquella visita, sin ese momento, no seríamos hoy un grupo de Vida y Paz caminando juntas.

Iniciamos un trabajo muy especial, primero en talleres formativos con jóvenes  universitarios, después con catequistas y más adelante con personal administrativo, pero un día dijimos que sería genial juntarnos solo las catequistas y realizar un cuchubal, una reunión en la que pudiéramos compartir de manera más cercana en nuestras casas y además pudiéramos ahorrar algo de dinerito para ayudarnos (esta es una tradición muy común en nuestro círculo). Esto lo realizamos  durante un año y fue muy bonito. Crecimos, pero sentíamos que hacía falta algo más, que estas reuniones podían tener otro matiz y fue entonces cuando llegó una nueva propuesta.

Un Nuevo Caminar juntas

En una reunión, Chus nos contó que existían grupos de Laicos que se reunían a compartir sobre la Espiritualidad del Instituto al que ellas pertenecían, la mayoría de nosotras no tenía muy claro cómo era el Instituto o la opción de vida; así que se empezó con eso, contando cómo era el Instituto, quién lo había fundado, cuáles eran sus bases, su identidad, su espiritualidad…

Todas quedamos entonces más curiosas y queríamos  saber más y le dijimos: y ahora qué sigue;  como retando a que no quedara solo así, creo, si soy honesta, que  realmente lo que hizo fue colocar en nuestro corazón la inquietud de querer unirnos a un grupo así.

Entonces,  en nuestra reunión del mes de octubre 2015, ya se nos lanzó la propuesta más formal de formar  en Quetzaltenango el  primer grupo Vida y Paz; ampliando y explicando qué sería, ya que debía contener una hora de formación, seguimiento y que éste lo daría Chus y Presen. Todas muy motivadas aceptamos, incluso quedamos en invitar a más personas, finalmente se acordó que en la siguiente reunión de mes se nos presentaría ya cómo trabajaríamos y cómo sería el horario y demás detalles.

Grupo Vida y Paz Quetzaltenango

En la reunión mensual de noviembre, ya con un esquema, se nos presentó cómo sería el grupo, acordamos reunirnos una vez al mes a las 18:30 hrs. en casa de una de nosotras, se tendría una hora de formación y seguimiento, para luego tener un corto tiempo de compartir con una refacción.

Y así lo hicimos, participamos Guisela Pérez, Alba Morales,  Rosario Pérez, Anabella Pérez, Rossana Cafaro,  Sonia Pinto, Ana María de Paz, Nicte Mérida, Flory Moscoso, Sonia Norato y  las tres compañeras de Vida y Paz, Presen, María y Chus.

Cada mes que nos reunimos nos ha servido para ir descubriendo en las palabras Vida y Paz un significado muy especial que ha cambiado nuestra vida y la forma en que ahora realizamos todo lo que hacemos.

Vida, como don de Dios pero también como esa oportunidad que tenemos de dar vida a través de nuestras acciones, en nuestro quehacer diario, en nuestro trabajo y en todos aquellos detalles que realizamos con el prójimo; Paz, esa que brota del amor misericordioso de Dios y que nos ayuda a seguir a pesar de las tribulaciones que cada una de nosotras vive, ese don también que podemos compartir y hacer vida con las personas que están cerca de nosotras.

En resumen, puedo decir que este grupo nos ha cambiado la vida, nos da aliento nuevo para seguir, para que como grupo nos unamos más, con un fin o un punto en común: crecer en la fe pero más conscientes de que, caminando juntas bajo nuestro ser de laicas, tenemos un compromiso ya dado, y que éste debemos hacerlo vida a través de nuestra vida y acciones, y que la paz debemos fomentarla primero en nosotras y luego en los demás.

En lo personal debo reconocer que he aprendido de cada compartir de mis compañeras porque en ellas encuentro sabiduría y un compromiso firme de fe, un seguimiento de Jesús más cercano, más humano, he descubierto el verdadero significado de ese “caminando juntas”. Esto nos ha hecho siempre estar en la búsqueda incansable de encontrar los medios para poder servir a Dios a través de nosotras mismas y a través de todos aquellos que nos rodean, dígase familia, amigos, compañeros de trabajo, etc.

Les enviamos un saludo desde esta lejana tierra, rodeada de volcanes, con un clima frío, pero con mucho calor humano. Saber que del otro lado del mundo hay personas como nosotras recibiendo esta misma formación y carisma, le hace a una sentirse bendecida y especial a los ojos de Dios. Él es quien nos une a través de ese lazo invisible de la fe. Les enviamos también un ÁNIMO a no dejar de reunirse, a seguir caminando juntas de la mano de Dios.

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