Por: Secretariados de Espiritualidad y Formación. Vita et Pax.
La vida en la casa de formación de Vita et Pax Ruanda transcurre entre la cotidianidad más evidente y el trabajo escondido del Espíritu que se intuye en lo profundo de cada persona que vive y convive en la casa. En este momento hay tres jóvenes en formación y una en discernimiento. Las cuatro a la escucha del Espíritu para descubrir la llamada de Dios para sus vidas. Las cuatro con ilusión, coraje y deseo enérgico de responder a esa llamada con la mayor honestidad posible.
Llegaron cada una desde diferentes rincones del país, con su historia personal y familiar al hombro, con un idioma nuevo para aprender y un Idioma diferente para comunicar. Las dificultades, que las hay, no han truncado sus anhelos de búsqueda, al contrario, las han confirmado y fortalecido para la respuesta valiente.
Quieren seguir a Jesús, comprometer por entero sus vidas al servicio de su Reino, entregar la vida al servicio de otras vidas y lo quieren hacer en medio de su pueblo, por eso, han elegido un Instituto Secular como medio de consagración. No quieren alejarse, salir de su entorno, ni vivir en la seguridad de claustros o conventos, al contrario, quieren encarnarse allí donde las gentes gozan y sufren; correr sus mismos riesgos y con ellas caminar por los caminos del mundo.
Y el Espíritu las trajo hasta Vita et Pax. Hacia ese lugar donde se vive de la Vida de Jesús como Jesús vive de la Vida de su Padre. Ese espacio donde, por gracia y por esfuerzo, nos vamos convirtiendo en tejedoras de Vida y artesanas de Paz. Y, con sencillez, les vamos enseñando quiénes somos, nuestra identidad regalada:
Somos un gesto significativo de Dios
Mujeres de paz en el corazón del mundo
Parteras de vida dando Vida a la vida
Siempre en camino, nunca quietas…
Por eso, nuestra vocación es fascinante.
Gracias Polinne, Caty, Bety y Cristine. No estáis solas, contad con nosotras, las mayores.