“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”
Domingo XXIX TO. Por: Ascensión de Vicente. Vita et Pax. Pamplona
Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Avanzando en el proceso del año litúrgico, las lecturas de hoy nos invitan a la reflexión sobre nuestros criterios de cara a lo religioso y lo político, dos realidades importantes para nosotros los creyentes, que debemos vivir integradas en nuestra vida, pero sabiendo que lo que le pertenece al César es del César y lo que es de Dios le pertenece a Dios.
Los dirigentes del pueblo, en su deseo de terminar con Jesús porque les provoca y les pone en evidencia su manera de vivir, le tienden una trampa para hacerle caer y poder denunciarlo ante los romanos. Es una táctica muy corriente, entonces y en el mundo de hoy; los políticos enfrentados y tendiéndose trampas unos a otros, quieren implicar al poder religioso en sus redes. En efecto, estamos asistiendo a una lucha constante entre esas dos realidades que enturbian nuestra convivencia y hacen difícil la vida social
Los cristianos, ¿cómo debemos actuar? Somos ciudadanos de un mundo globalizado, en el que tenemos unos derechos y unos deberes que tenemos que poner en práctica: la política y la religión, o más concretamente la fe, son dos elementos integrantes de nuestro vivir en el día a día. Entre los deberes políticos destaca el pago de impuestos, que todos debemos asumir porque hacen posible el noble desarrollo de la justicia e igualdad de todos, hombres y mujeres. El derecho más fundamental, es la consecución de una vida digna para todos, por una justa distribución de los bienes de la tierra. Hoy asistimos a un gran desequilibrio, mientras los grandes capitales usan todos los medios a su alcance, para eludir sus responsabilidades, (evasión de impuestos, utilización de los paraísos fiscales, etc.) mientras que el resto de la ciudadanía tiene que sufrir las consecuencias de este desajuste, siendo víctimas de la desigualdad y de la injusticia.
Los cristianos tenemos que discernir cómo vivir los derechos y deberes que esta realidad lleva consigo, y al mismo tiempo trabajar por un mundo más justo, donde no haya guerras ni violencias, y así crear fraternidad
También nos llama a una denuncia constante de la utilización que se hace de Dios para acomodarlo al propio interés. Dad al César lo que es del César pero devolver a Dios lo que es de Dios supone reconocer que sólo Él es el Señor. ”Pero supone devolverle también el pueblo, la creación y su proyecto de justicia y fraternidad. Si el ser humano es la imagen de Dios, este es propiedad de Dios y no se puede ‘hacer uso’ para otros menesteres. Queda desautorizada cualquier pretensión de dominio absoluto sobre el pueblo, la tierra y el ser humano. El dominio absoluto solo pertenece a Dios”. (Florentino Ulibarri) Esta primacía de Dios queda reflejada en la primera lectura, donde el profeta Isaías pone en el centro a Dios, para doblegar ante él las naciones y desarmar a los reyes, proclamando que no hay otro fuera de Él, “Yo soy el Señor y no hay otro”. Y con el salmo responsorial cantamos la invitación universal al reconocimiento de la grandeza de Dios en toda su dimensión.
La segunda lectura, en la que Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la comunidad de Tesalónica, dando gracias al Señor por haberles elegido a creer en Él, no solo de palabra sino con la fuerza del Espíritu Santo, les invita a vivir la fe en consecuencia, es decir, a vivir como hermanos, miembros de la misma familia.
Que a nosotros, a quienes Dios ha elegido y nos ha dado su Espíritu, nos ayude a vivir como buenos discípulos y buenos ciudadanos, creando fraternidad y colaborando al proyecto de Dios de hacer del mundo una casa común, como tanto lo está proclamando el Papa Francisco.
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