El único cuadro de la “Última cena” creado por mujer: Plautilla Nelli. S. XVI
Textos Litúrgico:
Is 50,4-7
Sal 21
Flp 2,6-11
Mc 14,1.15-47
La Pasión, “Un Vocabulario”.
La Pasión de Cristo, que proclamamos este domingo, sigue siendo en gran medida la pasión del mundo. Y por este motivo este relato ha quedado como un monumento que nos ayuda a entender la condición humana. Es como si este relato de la pasión, en la versión de Marcos, se convirtiera para nosotros en una especie de mapa que nos permite transitar por los vericuetos de la condición humana, de la cual todos somos solidarios. A este respecto se me ocurría pensar en aquellas imágenes del relato de la pasión que se han quedado ya para siempre como iconos que nos ayudan a explicar situaciones vitales. Se trata de un pequeño vocabulario de pasión que para nosotros tiene hondas resonancias por su capacidad explicativa de la realidad.
Primera expresión: “El beso de Judas”. Solo con decir: “le ha dado el beso de Judas”, todos sabemos lo que se está diciendo. Es una imagen tomada del relato de la pasión que nos ayuda a explicar cómo es el ser humano. El beso de Judas es prostituir lo más sagrado para sacar un beneficio, una ganancia que redunda en los propios intereses.
Segunda expresión: “Rasgarse las vestiduras”. El Sumo Sacerdote se rasgó las vestiduras. Ha quedado para nosotros como una imagen de hipocresía. Cuando decimos a alguien: “No te rasgues las vestiduras”, le estamos diciendo: “No te hagas el escandalizado, porque, en el fondo, estás disimulando una tremenda hipocresía”. Esta es la imagen del sumo sacerdote ante Jesús. En su acción de romper los propios vestidos hay oculta una enorme mentira: considerar a Jesús como un peligro para el pueblo de Israel.
Todos sabemos lo que decimos con una tercera expresión: “Las negaciones de Pedro”. La negación de Pedro es un icono de traición. Traicionar la lealtad que alguien te ha ofrecido, dándote pruebas evidentes de ella. Las negaciones de Pedro han nacido de una cobardía, la de alguien que no quiere implicarse y quiere pasar de largo, no haciéndose responsable de las consecuencias de sus actos.
Decimos también, como una cuarta expresión: “Lo han dejado hecho un eccehomo”. Es una imagen, también sagrada, de relato de la pasión que nos ayuda a explicar una situación humana tremendamente injusta. ¿Qué significa dejar a alguien hecho un “ecce homo”? Significa agredir al inocente con signos visibles de violencia. Y no solamente agredir al inocente, sino mofarse, burlarse de él poniéndolo en ridículo.
¿Os dais cuenta de que son imágenes fuertemente simbólicas que han sido tomadas del relato de la pasión y que, veinte siglos después, os sirven para explicar la mezquindad de la condición humana, de la cual todos, de una u otra manera, somos partícipes?
Una quinta expresión de nuestro vocabulario de la pasión sería: “Convertirse en un Cireneo”. También es una imagen tomada de este relato. ¿Quién es el Cireneo?. Un hombre que pasaba por allí en el momento en que Jesús cae bajo la cruz y que se ve obligado a algo que no quiere hacer. “Convertirse en un Cireneo” está expresando una situación en la que alguien se ve obligado a llevar una cruz que no deseaba.
Y como última expresión: “Soltar a Barrabás”. Expresa, de una manera muy densa, esa mezquindad de preferir un mal evidente para quitarse de en medio a alguien que, con su luz, nos molesta o nos perturba. La manipulación de la masa, en esta escena de la pasión, tiene una especial importancia.
¿Cuál es la clave fundamental de este relato? La pasión de Jesús sigue siendo capaz de explicar la pasión del mundo: ¡La Pasión de nuestro mundo aquí y ahora! Por eso, me gustaría que dejáramos en nuestra retina esas imágenes, fuertemente simbólicas, que ya pertenecen a nuestro hablar cotidiano. Las quiero recordar: El beso de Judas; el sumo sacerdote que se rasga las vestiduras; las negaciones de Pedro; dejar a alguien hecho un eccehomo; soltar a Barrabás, y convertirse en Cireneo.
Vamos a fijarnos durante, cada día, de la Semana Santa, para que veamos si esas imágenes son capaces de leernos a nosotros y de explicar situaciones en las que también podemos ser protagonistas, poniendo de manifiesto esa condición mezquina que, desgraciadamente, es común a todos los seres humanos.