8 de Marzo, Día de la Mujer Trabajadora

El Trabajo: actividad divina y humana

  • El mundo, obra de Dios

Este mundo que el ser humano habita es obra de Dios, producto de su trabajo. El hombre y la mujer que lo habitan también son obra de Dios, son “producto de su trabajo”. Nuestro Dios es un Dios trabajador. Esta es la tesis central de los relatos de la creación que abren la Sagrada Escritura. Esta descripción es, de alguna manera, el primer “evangelio del trabajo”. No son afirmaciones científicas, son una confesión de fe. El libro de la Sabiduría nos indica, por otra parte, el talante con el que Dios trabaja: Sab 11,24-26.

A su vez, el misterio de la encarnación nos muestra que Dios es conocedor en propia carne de los vaivenes y los dramas de la historia y que su obra creadora continúa sin cesar, tal como atestiguan las palabras de Jesús: “Mi Padre sigue obrando todavía…” (Jn 5,17); obra con la fuerza creadora, sosteniendo en la existencia al mundo que ha llamado de la nada al ser, y llamando a nuevos no seres al ser. 

  • Y vio que era bueno…, muy bueno

Decir que este mundo es de Dios es decir que este mundo es bueno. Este es el estribillo que repite el autor del Génesis después de cada día en el relato de la creación. “Y vio Dios que era bueno” (Gn 1,3.10.12.18.21.25.31).

Si el mundo es creación de Dios y es bueno, todo el trabajo que se haga para mantenerlo, construirlo, mejorarlo… es un trabajo querido por Dios y bueno. 

  • Y lo puso en manos del ser humano

El relato de la creación no sólo afirma la bondad de esta creación. Insiste también en otra gran verdad: Dios puso este mundo en manos del ser humano, de la mujer y del hombre. Dios confió en la libertad de ellos, a pesar de que conoce las ambigüedades y los riesgos de esa libertad (Sal 8,5-7; Gn 1,26).

Dios no sólo hizo a la mujer y al hombre administradores de la creación, nos hizo co-creadores. Dios nos deja su creación en nuestras manos.

En la mañana del domingo la Iglesia en una oración canta: “Y tú te regocijas, oh Dios, y tú prolongas en sus pequeñas manos tus manos poderosas; y estáis de cuerpo entero los dos así creando, los dos así velando por las cosas”. Es una forma hermosa de proclamar la armonía entre el don de Dios y la responsabilidad humana, entre el trabajo de Dios y el trabajo  humano.

  • Hacer un hogar para toda la humanidad

Esta responsabilidad humana tiene un propósito: cuidar esta creación, humanizarla, hacer de ella un digno hogar no un campo de batalla humeante. Para que sea hogar es necesario hacer fructificar razonablemente la naturaleza, no agotarla, ni agredirla, ni explotarla.

Para que sea un hogar se necesita la solidaria distribución de los bienes de la tierra entre todos los pueblos y sus habitantes. La historia se ha encargado de mostrarnos infinidad de veces que el problema de la pobreza no radica en la escasez de bienes ni en el exceso de comensales, sino en la acumulación de bienes en pocas manos o en la injusta distribución de los mismos.

Para que sea un hogar se necesita que haya trabajo para todas las personas demandantes, mujeres y hombres; se necesita unos sueldos dignos sin distinción por el sexo de quien lo realice; se necesita unos horarios justos que sean compatibles con el cuidado del hogar…

Si esto no es así, no podemos cruzarnos de brazos porque no estamos cumpliendo la voluntad de Dios. Las mujeres que dieron su vida un 8 de marzo de hace algunos años así lo comprendieron…

 Maricarmen Martín. Vita et Pax. Ciudad Real

Día de la Mujer Trabajadora

FELICES VOSOTRAS, LAS TRABAJADORAS

Felices vosotras las trabajadoras,
porque valéis más que todo el oro del mundo.
Felices las excluidas, las menospreciadas
que defienden su dignidad,
porque de ellas es la tierra liberada.
Felices las que compartís solidariamente el trabajo,
porque hacéis posible la nueva sociedad.
Felices las que no gastan el tiempo gimiendo, sino actuando,
porque hacen nacer la esperanza en los rendidos.
Felices las que no temen la represión,
porque van a realizarse sus sueños perseguidos.
Felices las que se comprometen en una asociación,
en un colectivo de barrio, en una organización obrera, en sindicatos huelguistas,
porque van construyendo poco a poco la sociedad que anhelamos.
Felices las que luchan sin cansarse,
porque serán llamadas hijas de Dios.
Felices las que vuelven a comenzar después de los fracasos,
porque de ellas son las promesas y el Reino de Dios

                                              (Orar en el mundo Obrero. HOAC)

    HERMANA….

«Hermana, el mundo entero está cambiando, pero si tú no cambias,
¿qué será de ti?
Ahora el gobierno te ayuda a enviara tus hijos a la escuela,
pero si no coges el tren de la educación en marcha,
¿quién te respetará?
Hermana, te he mostrado muchos caminos,
pero si no coges ninguno de ellos,
¿qué más puedo hacer?
Hermana, el mundo entero está cambiando,
pero si tú no cambias,
¿qué será de ti?
Hoy hay leyes que te protegen,
ya no hay ni casta superior ni casta inferior,
las mujeres tienen los mismos derechos
que los hombres, pero si te insultan,
si te acosan o si te pegan y no dices nada,
¿quién protestará por ti?
Hermana, el mundo entero está cambiando,
pero si tú no cambias, ¿qué será de ti?
Te he explicado las nuevas reglas,
pero si no las transmites a tu alrededor,
¿quién se las contará a tus hijas?
Hermanas, estoy aquí por vosotras,
os doy el valor, pero si vosotras no
hacéis todo lo posible,
¿qué más puedo hacer?»

                                            (Sampat Pal)

8 DE MARZO, DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER TRABAJADORA

El Grupo “Mujeres y Teología” de Ciudad Real, ante la celebración del DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER TRABAJADORA, queremos hacer llegar a la Comunidad Cristiana y a la sociedad nuestra reflexión sobre lo que para nosotras sigue significando e interpelándonos esta Celebración:

En este año 2012, el 8 de Marzo se celebra en una situación de crisis global, que está machacando las expectativas vitales de la gran mayoría de las personas empobrecidas de nuestro mundo, y de forma aún más escandalosa, a las mujeres.

Queremos poner de manifiesto la situación de las mujeres trabajadoras de nuestro país, muchas de ellas inmigrantes: empleadas de hogar, trabajadoras de empresas de servicios, en la economía sumergida, en todo tipo de empleos precarios, con doble o triple jornada de trabajo, con sueldos más bajos que los varones en igualdad de condiciones…..; sin olvidar a las mujeres de los países del Sur, cuya situación de miseria y desamparo se va agrandando a gran velocidad.

Partimos del convencimiento de que las situaciones de precariedad laboral, que afectan con mayor virulencia las mujeres, no son fruto de la casualidad, sino que responden a las consecuencias del sistema económico neoliberal que nos envuelve y nos domina y que está convirtiendo a la persona en mero objeto de producción y de consumo al servicio del capital, dejando a un lado la dignidad personal de cada ser humano y provocando mayores dosis de empobrecimiento y deshumanización.

Consideramos de suma urgencia que los Gobiernos pongan en el centro de sus actividad a la persona –mujer y varón-, creada a imagen de Dios, y se alejen de políticas meramente productivas que sólo dan lugar a una sociedad injusta porque no está fundamentada en la dignidad y el respeto absoluto a la persona.

Soñamos, optamos y luchamos por hacer posible una sociedad en la que el trabajo digno no sea “una suerte”, sino un derecho, y hacemos nuestras las palabras del Papa Benedicto XVI que, en su Encíclica “Caritas in Veritate”, en su número 63, nos invita a hacer posible “Un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer”.

El 8 De Marzo es para nosotras una invitación al compromiso y a la denuncia profética, a la reflexión y a la acción, porque estamos convencidas de que otro modelo económico es posible; porque otra sociedad es posible; porque otro mundo más humano es posible. Por ello apostamos por seguir construyendo la vida social desde la dignidad, la igualdad y desde el respeto a la diversidad de cada hombre y mujer.

Mujeres y Teología de Ciudad Real
Marzo 2012

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