Domingo IV de Cuaresma
Por: Andrés Huertas. Presbítero. Madrid
Textos Litúrgicos:
2Cron 36, 14-16. 19-23
Sal 136
Ef 2, 4-10
Jn 3, 14-21
Dios Es La Luz
Resuena la Palabra
La luz está en la Cruz, en «el Hijo del Hombre elevado» (v.14).
Ahí está presente la Redención en todo su esplendor, no en el sufrimiento y en el dolor, está espléndidamente iluminando con la libertad y con el amor con que son vividos dolor, sufrimiento y muerte.
«Para que todo el que cree en Él tenga vida eterna» (v.15). El objeto de nuestra fe es la persona de Jesucristo libre y amorosamente entregado, no las consecuencias de su amor que son la pasión, el dolor y la muerte. Quien produce «vida eterna» es el amor libremente entregado, no el dolor, ni la muerte.
«Tanto amó Dios … que entregó a su Hijo … para que tengan vida eterna» (v.16). La entrega de Dios no fue a la muerte, fue a la libertad del amor, a un amor modélico de entrega en la vida, «para que el mundo se salve por él» (v.17).
Quien salva es la luz del amor de Cristo, no el dolor, la pasión y la muerte. Estas realidades son la consecuencia de la entrega, de la coherencia y del amor en la vida. Quien ilumina, realiza y salva es el amor vivido en cada momento, el dolor y la muerte son consecuencias del amor, porque los hombres «obran perversamente y detestan la luz» (v.20).
Acercarse a la luz y realizar la verdad del amor es el camino de la Redención, personal, interpersonal y comunitaria, es participar de la obra redentora de Cristo.
Para la reflexión y vivencia
¿Con qué actitudes asumo el sufrimiento y el dolor en mi existencia?
- ¿Cómo me relaciono con el dolor?
- ¿Trato el sufrimiento con amor?
- ¿Dejo que la luz del amor brille en los momentos de dolor y dificultad?
En el juicio permanente de la vida, ¿elijo la luz del amor o prefiero otras tinieblas?
- ¡Acércate a las obras luminosas del amor!
- ¡Acércate a la luz de la verdad que es el amor!