Domingo de la Alegría – Los signos del Reino

Domingo de la alegria

Domingo 3º de Adviento, Ciclo A

Por: Josefina Oller. Vita et Pax. Guatemala

Estamos ya  atravesando el ecuador del Adviento, apenas a diez días de la celebración de la Navidad  -“fiesta de gozo y salvación” (oración colecta) y siguen los profetas del  Antiguo Testamento, haciendo gala de su espíritu profético y poético,  anunciando al pueblo –que aún se encuentra en el exilio- el nuevo éxodo: su liberación próxima.  Lo hacen con bellísimas imágenes: la naturaleza se pone exuberante: se cubre de  pastos y flores, reverdece: es primavera para quienes anhelan regresar a su tierra, a sus costumbres, reconstruir su templo.

Por eso   el profeta anima y alienta la esperanza de la gente invitando a todos a ponerse en forma:  “fortaleced las manos lánguidas, afirmad las rodillas vacilantes. Decid a los  pusilánimes:  ánimo,  no temáis, es vuestro  Dios que viene a salvaros”. Seguro que esperaban una marcha espectacular, triunfal,   desde el poder y la fuerza.

Pero Dios les sorprende:  fiel  a su modo de pensar y actuar iniciará la liberación por donde nadie se imagina, el viraje histórico se realizará  a partir de los marginados de la sociedad:  ciegos, sordos, mudos, cojos..   verán,  oirán, hablarán, saltarán.  Los pobres serán los privilegiados, a ellos les llegará la Buena Noticia.

Y es que Dios desconcierta, rompe esquemas, hace dudar.  Y duda hasta el mismo precursor, el que le preparó el camino, el que logró conversiones, el que humildemente reconocía su pequeñez ante él.  Juan envía a sus discípulos a Jesús para que le pregunten:  “Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”  Jesús no responde con palabras, sus obras son su respuesta. Invita a observar los signos, invita a discernir, a “ver y a oír” lo que está sucediendo, porque lo que era anunciado por los profetas como un futuro esperanzador, es YA una realidad. El Reinado de Dios se hace presente. Jesús mismo es el REINO.   Ya no hay que esperar otro Mesías: las obras de Jesús, sus gestos integradores y liberadores son su palabra, su carnet de identidad.

Y  la invitación a discernir sigue en nuestro aquí y ahora.  ¿Qué signos descubrimos que nos conduzcan al Reino?  Los que seguimos a Jesús, ¿somos signos claros del Reino? A los que dudan, a los que buscan, ¿podremos decirles con  autenticidad: “Ved y oíd” observad:   los marginados son integrados, los emigrante son acogidos, los drogadictos son atendidos,   las  personas crecen en dignidad, los  pobres reciben la buena Noticia?  Sin duda podemos dar una respuesta positiva y alentadora a estas preguntas reconociendo por otra parte que queda mucha tarea por hacer.

 Es verdad que hay incontables personas que realizan el bien, dentro y fuera de nuestras comunidades cristianas. Son muchísimas las iniciativas que, a lo largo y ancho de nuestro mundo  han ido surgiendo. Pero -como dice el papa  Francisco: “no descansaré mientras haya hombres y mujeres de cualquier religión, golpeados en su dignidad”-  hay que seguir  sembrando gestos elocuentes, signos que señalen a Jesús para que su mensaje vaya penetrando los corazones y sea energía transformadora en nuestra sociedad. Hay que seguir creyendo en la utopía. Desde los valores del evangelio, otro mundo es posible.

Activemos las actitudes de este tiempo: la paciencia, la perseverancia, la esperanza  tened paciencia –nos dice Santiago- sed perseverantes,  hay que sembrar sin cansarnos y luego esperar las lluvias, sin acelerar los procesos. Son tres actitudes que van surgiendo una de la otra:   la paciencia  ha de conducir  a la perseverancia  y en   las dos se asienta le esperanza.

Y la esperanza nos ha de mantener serenas y alegres. Por ello, también, la invitación a la alegría: “estad siempre alegres en el  Señor, os lo repito: estad alegres, el Señor está cerca”.   De nuevo hago referencia al papa quien providencialmente acaba de publicar su carta-programática la exhortación apostólica:: “EVANGELII GAUDIUM”. En ella estas actitudes están presentes de manera especial impulsándonos  a vivirlas  para ir arrinconando el pesimismo que nos rodea y para ser “discípulos y misioneros” eficaces del REINO.

Acompañadas/os  por María y José  soñemos caminos de liberación, y dispongámonos a recibir  la gran Noticia: Dios vendrá a habitar  entre y en  nosotras y lo descubriremos en signos sencillos, humildes, discretos. ¡Que el Espíritu nos conceda captarlos!!!

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