El Bautismo es un certificado

Bautismo del Señor. 8 Enero 2017. Ciclo A

Por: José Alegre. Zaragoza

Un marco evocador

 Es la fiesta del Bautismo de Jesús. El evangelio de hoy nos sitúa en un marco lleno de evocaciones para todos los amigos de la Biblia. A todos el río Jordán nos recuerda el paso del desierto a la tierra fértil, a la nueva patria, a lo que será su hogar, pero sobre todo recuerda el paso a la libertad y a la seguridad. Desde Egipto, situación de esclavitud, han pasado el mar Rojo y pasan a la libertad del esfuerzo, el cansancio, la obligación, la ley. Al pasar el río entrarán en una nueva vida, porque entran en su tierra, aunque no siempre fueron conscientes del regalo que se les hacía y lo desaprovecharon en muchas ocasiones.

 Otro bautismo distinto

Ahora, en ese mismo marco, comienza Jesús una vida nueva para él y para nosotros. Se ha ido al Jordán en donde Juan está bautizando, pero ni él ni sus bautizados entienden el bautismo si no es como penitencia de los pecados. Jesús, en cambio, va a darle al bautismo otra dimensión mucho más profunda.

Como fue para los antiguos hebreos, hoy Jesús le da un carácter de cambio total para la vida humana. Los humanos ya no somos solo producto de una evolución biológica, tampoco somos solo creación de Dios, ni siquiera somos unos elegidos entre otros. Ahora somos, como Jesús, hijos de Dios. Él nos hace posible ese certificado que atestigua esa verdad. Somos hijos. Tenemos los mismos derechos que Jesús porque Él nos ha conseguido ese nivel y Dios, el Padre, ha aceptado la decisión.

Por ese motivo el antiguo marco de la entrada en la tierra se ha convertido ahora en el marco de entrada en la familia de quienes se saben hijos. Juan Bautista no se ha enterado, el pobre, al que el más pequeño del Reino de los Cielos le aventaja.

 Certificado de hijos.

Lo importante ahora es creérselo. No dudar de semejante privilegio, no seguir en el miedo del extraño al que le parece que le van a ir a buscar para echarlo. Como les ocurre a los inmigrantes ilegales, siempre clandestinos para evitar ser descubiertos.

Como les ocurre a los refugiados que llegan con el miedo en el cuerpo por temor a no ser aceptados. Como les ocurre a los niños adoptados en orfanatos que, acostumbrados al miedo por los tratos recibidos, no se creen que la dicha de estar en una casa como suya pueda ser verdad.

Los bautizados somos quienes sabemos y creemos y vivimos como hijos de Dios en esta casa suya y en esta comunidad de quienes hemos sido bautizados y agradecemos la suerte de sabernos hijos realmente. Ya no tenemos miedo a Dios. Él nos quiere como hijos. Pero quiere que nos llevemos bien y comuniquemos a los demás esta buena noticia.

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