El “Espíritu de Asís”, oasis y llamamiento de la paz

 

 

 

Por: Felipe Ortiz,  Rio de Janeiro (Brasil)

He elegido Asís como lugar para nuestra jornada de oración por el significado especial del hombre santo que aquí se venera —san Francisco—, conocido y venerado por tantos en el mundo, como símbolo de paz, reconciliación y fraternidad

Juan Pablo II

El “Espíritu de Asís”
I Jornada Mundial de Oración por la Paz, 27 de octubre de 1986

ECLESALIA, 24/10/11.- El “Espíritu de Asís”[1] es un llamado al encuentro y re-encuentro de paz entre los hombres, las naciones y las religiones, que fue inaugurado por el Papa Juan Pablo II, el 27 de octubre de 1986, en Asís, Italia. Así le llamo el Papa Wojtyla a este evento que representó el primer Encuentro Inter-religioso, celebrado en la ciudad del “Sol de Asís”;[2] cuando, respondiendo a la convocatoria del “sucesor de Pedro”, rezaron juntos por la paz, ciento cincuenta representantes de las doce principales religiones del mundo, en una celebración de carácter singular y sin precedentes en la historia de la Iglesia católica. Sin lugar a dudas, detrás de aquella convocación latía el interés por buscar las raíces más profundas de la paz dentro del seno de cada confesión religiosa. El encuentro de Asís reunió a católicos, protestantes, judíos, musulmanes, budistas, sintoístas, religiones tradicionales africanas, hinduistas. Todos unidos en oración para pedir la paz en el mundo en unos momentos en que las relaciones internacionales estaban marcadas por el fantasma de la violencia. Las oraciones hechas dentro de cada tradición religiosa fueron un verdadero “Pentecostés de paz” —como un canto a varias voces a manera de una polifonía de fe— y, a la vez, un kairós para buscar la armonía y la paz entre las religiones del mundo inspirados en el Hermano Francisco de Asís.[3]

Basílica Papal de San Francisco, Asís región italiana de Umbría

A lo largo de sus más de 26 años de pontificado, Juan Pablo II, escogido en tres ocasiones la ciudad de san Francisco para orar por la paz, junto con los líderes religiosos del mundo. La primera vez fue el 27 de octubre de 1986,[4] la segunda el 10 y 11 de enero de 1993, con motivo del conflicto bélico en los Balcanes, y la tercera el 24 de enero de 2002, enmarcada por los atentados a las torres gemelas, el 11 de septiembre de 2001. En esta última “Jornada Mundial de Oración por la Paz”, estuvieron presentes más de 40 delegaciones. Se dieron cita once patriarcas ortodoxos, guiados por el patriarca ecuménico de Constantinopla Bartolomé I, “primus inter pares” de las Iglesias ortodoxas, seis antiguas Iglesias de Oriente y dieciséis Iglesias y comunidades cristianas de Occidente, surgidas en su mayoría de la Reforma. Llegaron, además, delegaciones del judaísmo, budismo, Tenrikyo, sintoísmo, Islam, jainismo, sijismo, hinduismo, zoroastrismo, religiones tradicionales africanas y otras denominaciones cristianas. En estos encuentros y jornadas por la paz, la participación judía fue particularmente representativa. En el último encuentro, la delegación judía estaba compuesta por el rabino jefe emérito de Roma Elio Toaff, que estuvo en Asís con su sucesor Riccardo di Segni y otros seis representantes del judaísmo mundial, entre los que destacaron el Gran Rabino francés Samuel-René Sirat y David Rosen, presidente de la asociación «Hijos de la Alianza».

Por su parte, la respuesta islámica fue significativa también. Nunca antes habían respondido tantos musulmanes, como en esta ocasión, a una convocatoria del Papa: llegaron delegados de Arabia Saudita y Paquistán, Irán y Filipinas, Líbano, Egipto y Estados Unidos, Albania y Bulgaria, Jordania y Jerusalén, Libia, Kazajstán, Turquía e Italia. Acudió también el Gran Mufti de Bosnia Herzegovina, Mustafa Ceric. Y, por primera vez, respecto a los encuentros de 1986 y 1993, asistió una nutrida delegación islámica proveniente de Irán.

El encuentro, cuando no, más bien, el desencuentro de las religiones, es sin duda uno de los desafíos más grandes de nuestra época, aún más grande que el del ateísmo, por ello, el hecho de que tantos líderes religiosos se hayan reunido para orar en la cuidad del santo de Asís, fue en sí una invitación al mundo para que tomara consciencia de que ante los densos nubarrones de guerra que oscurecen el escenario político y ante la incapacidad política y diplomática de encontrar soluciones a los conflictos bélicos, existe otra dimensión de la paz y otro camino para promoverla, que no es el resultado de negociaciones, compromisos políticos o acuerdos económicos y diplomáticos sino, el resultado de la oración.

En Asís, dijo aquella ocasión el Papa, transformada en un ágora de la paz entre los pueblos, se descubre la importancia de disipar las tinieblas de la sospecha y de la incomprensión entre los diferentes credos religiosos.

Pero las tinieblas no se disipan con las armas; se alejan encendiendo faros de luz (cf. Discurso en Asís, 24 de enero de 2002, n. 1: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 1 de febrero de 2002, p. 6).

El encuentro de Asís, aquel 27 de octubre de 1986, marcó el inicio de un nuevo modo de encontrarse y de re-encontrarse entre creyentes de religiones diversas: no más en la lógica de teologías de exclusivismos o inclusivismos, ni de hegemonía hierocrática, ni en contraposición recíproca y mucho menos en el desprecio mutuo, la desacreditación y anatemas, sino, más bien, en la búsqueda mutua de un diálogo constructivo en el que, sin caer en el relativismo ni en el sincretismo, cada uno se abra a los demás con estima, siendo todos conscientes de que Dios es la fuente de la paz. Para usar una expresión de san Pablo apóstol: “Él es nuestra paz” (Ef 2, 14).

Al igual que otrora (1219) Francisco de Asís buscara el diálogo con el sultán Melek-el-Kamel como alternativa al acto belicoso de la cruzada, el “Espíritu de Asís” se constituye en una propuesta pedagógica para recorrer juntos caminos de encuentro, de diálogo y amistad, entre las diferentes denominaciones de credos religiosos.

Por ello, hoy que se recuerda los veinticinco años de aquél primer Kairós inter-religioso, es necesario que las personas y las comunidades religiosas manifiesten juntos el más genuino y radical rechazo a cualquier tipo de violencia, de toda espiral de violencia, desde la que pretende disfrazarse de religiosa, recurriendo incluso al nombre de Dios para ofender al hombre (E incluso llegará la hora en que todo el que los mate piense que da culto a Dios. Jn. 16,2). La ofensa al hombre es, en definitiva, ofensa a Dios.

No existe ninguna finalidad religiosa que pueda justificar la práctica de la violencia del hombre por el hombre. Por el contrario, la “lógica de Asís” nos invita a cultivar y madurar en la acogida recíproca, en el respeto mutuo, en la renuncia de toda intimidación ideológica, a la búsqueda de cooperación entre los pueblos y naciones pero, sobre todo, en la educación a la paz. Por ello creemos que lleva razón la frase de Gandhi-Hans Küng, cuando dice: “No habrá paz en el mundo hasta que no haya paz entre las religiones, no habrá paz entre las religiones si no hay diálogo entre ellas”.

Asís, ha hecho dar a la Iglesia un extraordinario salto adelante hacia las religiones no cristianas, que hasta entonces nos parecía que vivían en otro planeta. Asís, ha sido el símbolo, la realización de lo que debe ser la tarea de la Iglesia por vocación propia en un mundo en flagrante estado de pluralismo religioso: profesar la unidad del misterio de la salvación en Jesucristo.

Cuando Juan Pablo II trató de referir a los Cardenales y miembros de la Curia lo que había sucedido en Asís, en el primer encuentro inter-religioso, pronunció un discurso que me parece el más luminoso para la teología de las religiones (22 de diciembre de 1986). Deteniéndonos en el misterio de unidad de la familia humana fundado al mismo tiempo en la creación y en la redención en Cristo Jesús, el Papa dijo: “Las diferencias son un elemento menos importante respecto a la unidad, la cual, al contrario, es radical, fundamental y determinante”. Asís ha permitido, de ese modo, a hombres y mujeres, dar testimonio de una experiencia auténtica de Dios en el corazón de sus religiones. “Cada oración auténtica ―añadía el Papa― está inspirada por el Espíritu Santo, misteriosamente presente en el corazón de cada hombre”.

El “Espíritu de Asís” aletea pues, sobre las agitadas aguas de las religiones y crea puentes de diálogo fraterno en el pluralismo religioso actual.

En esta “lógica de Asís”, el Papa Benedicto XVI ha vuelto a convocar a los líderes de las principales religiones del mundo para un nuevo encuentro en Asís.

Este tendrá lugar justamente el día 27 de octubre cuando se recuerda los primeros 25 años de aquél memorable primer encuentro y estará inspirado bajo el tema: “peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz”. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).


[1] “El espíritu de Asís“: La expresión es de Juan Pablo II. Desde el 27 de octubre de 1986, este “Espíritu” se ha difundido y emulado en diferentes latitudes como expresión inter-religiosa que busca promover la paz. La llamada, pues, a las religiones, es para que sean instrumento de paz en un mundo de violencias y de guerras. El ambiente de fraternidad universal que envuelve y se respira en la ciudad de san Francisco, han dado al papa la ocasión para formular “el Espíritu de Asís“.
[2] Título con que el itálico Dante Alighieri se refiere a Francisco de Asís en su obra: “La Divina Comedia”. Cf. Paraíso, cant. XI, 50.
[3] Revista CHRISTUS No. 756 (septiembre-octubre 2006), p. 53.
[4] El 26 de octubre de 1986, vigilia de la Oración Mundial por la Paz…, ante la Tumba de San Francisco se firmó un hermanamiento entre el templo budista Kozan-ji de Kyoto, Japón, y la Basílica del Santo. El motivo era porque el fundador del templo, el monje budista Myoe, contemporáneo de San Francisco, era como él, un hombre de oración profunda, practicaba una pobreza radical, amaba la creación y fue un reformador de una sociedad corrompida.

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