El Espíritu llevó a Jesús al desierto

Textos Litúrgicos:

Gen 9, 8-15
Sal 24
1Pe 3, 18-22
Mc 1, 12-15

Al contrario que el Adviento, qué pereza me da el comienzo de la Cuaresma, cuando los dos tiempos litúrgicos, tienen tantas cosas en común. Claro, que el uno va camino hacia la ternura, la ilusión, y la Cuaresma va camino de la Cruz. Pero los dos nos llevan hacia la esperanza.  La ternura de un niño nos enseña a contemplar el misterio, lo pequeño, lo débil. Los dos nos llevan al desierto y a la conversión, a la compasión y ternura.

Caminar con Jesús

Caminar con Jesús hacia la Pascua, es un momento decisivo para quienes nos llamamos sus seguidoras.  Cuarenta días para la reflexión (tiempo en cuarentena) caminando en medio de las dificultades, levantando el ánimo, sembrando esperanza. Para este tiempo de conversión y cambio, el desierto es un lugar privilegiado donde se viven experiencias fundamentales, lugar de prueba, tiempo especial de Dios y de maduración.

Por qué me cuesta tanto encontrar estos espacios y me lleno del ruido de la vida de tanta palabra y actividad, que no nutren mi corazón, que no me dejan ver y escuchar el sentir el clamor y dolor de mis hermano/as

Primera lectura, Gen 9, 8-15

En la primera lectura Dios les llama a levantar el ánimo a su gente, a sembrar la historia de esperanza a rehacer la unión con Dios como base de un resurgir, no de un mundo anterior, sino de un mundo nuevo, una alianza nueva con Dios. En el desierto de la vida, solo Dios basta. Todo lo demás puede ser una carga demasiado agobiante para seguir caminando. De Él sacaremos el ánimo y la esperanza que nos hará buscar y encontrar los recursos necesarios para superarlos. El mundo necesita una referencia de alegría y esperanza.

Desde este comienzo de Cuaresma, gracias Señor por esta nueva oportunidad para poder redescubrirte cada día y vivir nuestra fe más intensamente porque eres un Dios fiel a lo que dices y prometes.

“Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio”