“El Espíritu Nuevo” VI Domingo de Pascua
Por: Juan José Martínez Domingo S.J.
Santuario S. Ignacio de Loyola, Guipúzcoa

El Espíritu Nuevo

 

Textos Litúrgicos:

Hch 10, 25
Salmo: 97
1Jn, 4, 7
Jn 15,9

El tiempo de la Pascua avanza, ahora en la Sexta semana. Pronto la Ascensión y Pentecostés. Mientras tanto la comunidad cristiana deberá tomar nota de lo aprendido, y cada uno de nosotros también.

¿Qué propuestas nos ha ido ofreciendo la palabra de Dios en este tiempo pascual?

Las lecturas de hoy como un resumen. 1º la salvación es universal, no pongamos límites al amor de Dios; 2º el origen y el corazón de la fe está en que “Dios es amor”; 3º el amor fraterno, al modo de Jesús, es nuevo y es difícil.

La primera consecuencia de la Resurrección del Señor es la universalidad. La gracia de Dios, como su amor, no tiene límites ni conoce fronteras. Nosotros discriminamos, Dios nuestro Señor es de todos y para todos. La salvación, la luz, la vida que trae la resurrección, debe llegar a todos: “Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea”. La resurrección es misión, es tarea. Un camino que se muestra recorriendo los caminos, ayudando, acompañando, animando. ‘Salgan afuera, recorran nuevos caminos’, nos invitó el Papa Francisco en su homilía la Vigilia Pascual.

La comunidad cristiana, la Iglesia, las Iglesias cristianas, hemos cometido muchos errores, cerrando puertas, condenando, excluyendo. Es hora de reparar desperfectos y reunir lo disperso. Aunque en verdad se acertó dando a conocer el Evangelio con obras, anunciar a Jesucristo atendiendo a los que otros abandonan: los enfermos incurables, niños desamparados, sin escuela, los migrantes hacinados. La misión, el amor, será la curación de nuestros pecados.

En segundo y tercer lugar: Jesucristo es el punto de luz indispensable para conocer a Dios y para saber lo que de verdad importa. Los teólogos y los entendidos deberán entretenerse en explicar quién es Dios y qué es lo lícito o ilícito para salvarse. El plan de Dios, al traernos a su Hijo, fue también explicarse y explicarnos. Y lo hizo desde la Cruz, cátedra de amor, bendiciendo, perdonando.

El cuarto Evangelio.

Evangelio del discípulo amado, acertó con esta invitación: ‘Mirad el corazón traspasado’. Dicen que fue la Cruz el momento de máxima revelación del ser interior de Dios, la lección primordial que quiso para examen: “En esto conocimos el amor, en esto conocemos a Dios, en que Jesús dio su vida por nosotros, porque Dios es amor y nosotros debemos amarnos como él nos amó”.

Constatamos seguro que nuestra capacidad de amor tiene muchos límites y aristas, que el amor cristiano es muy concreto y sacrificado. Deberemos pues pedir el Espíritu nuevo que el Señor dará a los que de verdad lo desean y suplican.

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