Por: Secretariados de Espiritualidad y Formación de Vita et Pax.
Hemos vivido momentos muy entrañables e importantes este último tiempo en Vita et Pax. Los días 11, 12 y 13 de mayo, en Moncada (Valencia), se reunieron M. Julia Bisbal, Josefina Lázaro, M. Teresa Urroz, Amparo Formentí y Paky Lillo para hacer un alto en el camino de este año tan especial; especial porque unas celebran sus bodas de oro de consagración, otra sus bodas de plata y otra hace su consagración.
Faltaron dos compañeras que no pudieron asistir pero que estuvieron muy presentes. Son siete mujeres que, en diferentes momentos de su vida, han dicho sí a la llamada del Señor dando lo mejor de cada una.Reflexionaron y compartieron sobre un documento titulado “Mujeres oyentes de la Palabra”, como su nombre indica, la Palabra y cada una de ellas son las protagonistas principales de sus propias historias. Y les han acompañados otras mujeres también “Oyentes de la Palabra”: María de Nazareth en su vocación y misión, Isabel, Marta, la mujer el perfume y la mujer viuda.
Han sido muchos años oyendo cada día la Palabra de Dios, vigilantes a su voz, de tal manera, que se han convertido, casi sin darse cuenta, ellas mismas, en mujeres oyentes de la Palabra. Y pueden decir como la mujer del Cantar: “Yo dormía, pero mi corazón velaba. ¡La voz de mi amado que llama! … por él se estremecieron mis entrañas” (Ct 5,2-4).
Fueron días de agradecer a Dios su amor incondicional, la llamada, la presencia constante, el envío… y agradecer a Vita et Pax ser buen cauce, buena mediación para la respuesta. Fueron días de compartir desde la hondura, de rezar, de conocerse más en profundidad, de sorprenderse por la manera tan delicada como Dios se acerca a cada persona, a cada historia, a cada biografía…
Y el gran día de Pentecostés llegó y mientras M. Julia en Valencia, volvía a decirle sí a Dios después de cincuenta años repitiéndoselo de palabra y de hecho, en Pamplona, Paky hacía su consagración, le decía sí a Dios definitivamente. En la monición de entrada a la Eucaristía, Victoria se expresaba así: “Pentecostés, fiesta de la transformación y de la novedad, comienzo de una nueva vida según Dios.
Hoy el Espíritu nos convoca, nos congrega y nos une. Se hace presente en medio de nosotras para enseñarnos cada vez más a creer en Jesús y aprender su estilo de vida, para impulsarnos al compromiso y seguir poniéndonos al servicio de la humanidad, para responder a las circunstancias que nos tocan vivir.
También hoy, Paky, seducida por el Espíritu de Jesús, sintiéndose llamada a prolongar la acción de Dios en la historia, quiere presentar su consagración definitiva al Señor en el seno del Instituto Vita et Pax, que ella ha elegido como camino para dar respuesta a su llamada”.
En un momento de la monición Victoria se dirigió directamente a Paky con estas palabras: “Paky, ya habías andado mucho por los caminos de la vida cuando conociste Vita et Pax. Sabías de esfuerzos y dificultades para salir adelante y llegar a cumplir tus objetivos; en tu última etapa has compartido tu vida entre personas carentes de libertad en la cárcel, junto a ellas has vivido realidades difíciles y penosas que sin duda han afectado tu vida. No los olvides.
Jesús viene a tu encuentro y te bendice con la Vida y la Paz. Que en esta sociedad, a veces, tan herida y fragmentada seas signo de vida, de inclusión, tolerancia y fraternidad”.
No nos queda otra cosa que, junto con el salmista, cantar: El Señor ha estado grande con nosotras y estamos alegres; y al Espíritu pedirle de corazón: ¡Ven Espíritu y entra hasta el fondo de nuestro corazón, enséñanos, acompáñanos y guíanos en nuestra misión!