“El Sentido de Los Sentidos”

el sentido de los sentidos
 IV Domingo de Pascua
Por: Rosa María Belda Moreno. Laica. Ciudad Real

“El Sentido de Los Sentidos”

Textos Litúrgicos:

Hch 2, 14. 36-41
1Pe 2, 20-25
Sal 22
Jn 10, 1-10

 

“Al oír esto, se les traspasó el corazón”.

Pedro se levanta en medio de la comunidad y nos dice que a ese a quién crucificamos, Dios lo ha hecho Mesías. Y al oír esto, se nos “traspasa” el corazón. Y es que cuando escuchamos una verdad, o la alcanzamos a través de la reflexión orante, el corazón, que es “el sentido de los sentidos”, o sea lo más hondo de nosotros, lo que une pensamiento y sentimiento, el corazón, se conmueve. Es difícil lidiar con la verdad, porque la verdad rompe conveniencias y además nos confronta con lo que no es de Dios en nosotras. Eso nos hace revolvernos pero al mismo tiempo nos libera. Aceptar la verdad es abrirse a la Gracia y nos lleva a cambiar de vida.

“Con sus heridas fuisteis curados”.

Pedro sigue hablándonos con sabiduría en esta carta. Y es que a veces no nos damos cuenta del alcance de la liberación de Jesús, de lo que hace en nosotras, y seguimos cabizbajas, atentas a nuestros pecados, errantes, sin rumbo. Él nos libera de las cadenas de la muerte y del pecado, y así, si nos dejamos tomar de su mano, el sufrimiento no tendrá nunca la última palabra. Él nos ha curado con su vida y con su muerte, pero no acabamos de admitirlo, de convertirnos a esta verdad.

 “Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante”.

Siguiendo con el hilo de este IV Domingo de Pascua, Juan nos hace este maravilloso anuncio: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante”, es decir, que no se conforma con la primera parte de la frase, que ya es mucho: “tener vida”, sino que además “que la tengan abundante”.

Sabemos qué camino tomar, el camino es Jesús. Por eso Juan dice que es la puerta. El mensaje de Jesús es muy claro. Él pasó por la vida haciendo el bien, acogiendo, levantando a los caídos del camino, perdonando, sanando, compartiendo, acompañando. Su vida es un ideal. Es la puerta.

Jesús frente a los espejismos de otras puertas atrayentes. ¿Cuáles son puertas que nos despistan? Cada una podemos preguntarnos cuál es la nuestra. La comodidad, el éxito, el poder o el tener. Todo es falso. Lo es porque nos roba la vida, nos roba la posibilidad de ser felices, de tener vida plena, vida en abundancia.

También está la tentación de quedarnos ancladas en la culpa, en lo que no he conseguido, en los “tengo que”, en los “deber ser”, y en no reconocerme como criatura, que no puede nada sin Dios. O sea, que hay laberintos interiores que no son tan fáciles de ver y que con forma de bien nos atrapan y no nos dejan vivir con alegría. Las personas que hemos ido avanzando espiritualmente corremos el peligro de vivirnos con cierta omnipotencia, sin dejar que Dios sea Dios en nuestras vidas. Y Dios quiere darnos vida, Él nos da la vida, y es vida de la buena si nos confiamos a Él de todo corazón.

Utilizamos cookies propias y de terceros, para realizar el análisis de la navegación de los usuarios. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso. Puedes cambiar la configuración u obtener más información aquí. ACEPTAR
Aviso de cookies
Translate »