El síndrome de Epulón

Domingo  XXVI del T.O. Ciclo C

Por: José Luis Terol (Comunidad Virtual de Zaragoza)

La mayoría de nosotros no somos ricos aunque podamos disfrutar de una vida acomodada y tengamos nuestras necesidades básicas cubiertas. En realidad, en la parábola de Lucas el hombre rico no tiene nombre, frente a Lázaro que, estando echado en su portal y cubierto de llagas, si tiene nombre y rostro humano.

No nos interesa hoy centrarnos en la dimensión económica y estructural de desequilibrios y acumulación de riqueza y capitales que caracteriza nuestro mundo, sino atender a las condiciones y actitudes que hacen posible esta realidad y que tienden a deshumanizarnos radicalmente.

Los lázaros se multiplican en nuestro entorno y en nuestras vidas: están en nuestros portales, en nuestro barrio, en la puertas de Europa, en el fondo del mediterráneo y a los pies de todos los muros y fronteras que seguimos levantando.

La característica principal del hombre rico de la parábola es que está ciego y sordo ante la provocación de la vida de Lázaro. No se conmueve porque ha perdido sus entrañas humanas. No puede escuchar la sacudida del profeta Amós que venía gritando: “Ay de aquellos que se acuestan en lechos de marfil pero que no se conmueven por la ruina de la casa de José”.

¿Cómo conseguir en nuestras vidas y en nuestras comunidades no deslizarnos hacia la ceguera y la sordera que nos protegen del rostro y la mirada de Lázaro pero que también resecan y pervierten nuestras entrañas humanas? ¿Cómo acoger el llamamiento de Pablo a Timoteo, cuando nos insta a seguir buscando “la justicia, la piedad, la fe, el amor…”, en medio de todas nuestras contradicciones?

Gozosamente estamos rodeados de voces, de miradas y de prácticas proféticas que pueden protegernos y desactivar el síndrome de Epulón que siempre acecha nuestras vidas. Escuchemos, miremos y practiquemos la compasión cotidianamente, cargando con nuestras profundas limitaciones, para convertirnos nosotros mismos en antídotos de este Síndrome de Epulón en el que nos estamos jugando una vida personal y colectiva verdaderas.

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