Tercer Domingo del T.O. Ciclo A
Por: Santiago Aparicio. Zaragoza (Revista Eucaristía)
La Palabra de Dios es viva y eficaz.
Este domingo, por iniciativa del papa Francisco, celebramos en toda la Iglesia el «Domingo de la Palabra de Dios». Se trata de una jornada «para comprender la riqueza inagotable que proviene de este diálogo constante de Dios con su pueblo». La comunidad cristiana necesita revivir el gesto del resucitado que, al igual que a los discípulos de Emaús, «abre para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esta riqueza inagotable». En definitiva, hoy es un día para celebrar, reflexionar y divulgar la Palabra de Dios.
El Resucitado nos da su Palabra y su Cuerpo.
Cada domingo nos reunimos en la eucaristía en torno a Jesús resucitado. Necesitamos encontrarnos con Él y acoger su Palabra que orienta nuestra vida. Pero nuestro encuentro con Él no puede quedarse reducido a la misa dominical. Él nos habla en cada jornada, en cada situación y, también, en los acontecimientos, por eso necesitamos tener encuentros diarios con su Palabra, ya sea en la soledad de nuestra habitación o en la comunidad cristiana. La escucha diaria de la Palabra de Dios hace que nuestro corazón no quede frío y nuestros ojos estén abiertos a su voluntad.
Hoy se cumple la Palabra de Dios.
«La Biblia no es una colección de libros de historia, ni de crónicas, sino que está totalmente dirigida a la salvación integral de la persona». Dios nos habla para la vida, nos enseña a vivir hoy siguiendo los pasos de Jesús y a compartir con todos la alegría del Evangelio. El oyente de la Palabra experimenta una sensación agridulce puesto que descubre la dulzura de quien comparte la Buena Noticia y, al mismo tiempo, vive la amargura de la incomprensión de quienes no la aceptan. Pero todos nosotros estamos invitados a descubrir la novedad constante de la Palabra de Dios y a «nutrirnos de ella para descubrir y vivir en profundidad nuestra relación con Dios y con los hermanos».
La llamada de Jesús es para nosotros.
En el evangelio hemos escuchado la llamada de Jesús a sus primeros seguidores. Como un auténtico artesano va moldeando el grupo inicial que le acompañará siempre. No es una convocatoria masiva sino un «tú a tú». Es el comienzo de un aprendizaje que llevará mucho tiempo. Jesús quiere que los suyos (¡y nosotros!) conozcan al Padre Dios. Su grupo está formado por unas pocas personas sencillas y bastante diversas. Es el origen de la Iglesia, la gran familia que Dios nos ha regalado. Hoy, Él también te llama a ti. ¿Le vas a responder?