Domingo XXVI del TO
Por: Conchi Ruiz Rodríguez. Laica. Ciudad Real
Textos Litúrgicos:
Ez 18, 25-28
Sal 24
Flp 2, 1-11
Mt 21, 28-32
El Tiempo De La Vendimia Es Ahora…
La primera lectura de Ezequiel 18, 25-28, el pueblo de Israel anda disconforme con los planteamientos de Dios, no están de acuerdo con sus criterios. Ellos se consideran el pueblo elegido, un pueblo privilegiado. Dios les hace ver que tiene en cuenta el corazón de las personas y juzga según sus obras. Lo importante es que el malvado se arrepienta, que cambie su corazón y actúe honradamente.
En la segunda lectura a los Filipenses, 2,1-11, San Pablo nos anima a vivir con los mismos sentimientos de Cristo y desde ahí trabajar por el bien común.
El Evangelio de Mt 21, 28-32 nos narra la parábola de los dos hijos. Este texto es un modo de interpelar y cuestionar la coherencia de los que nos llamamos cristianos.
Muchos de nosotros somos los hijos “formales”, toda la vida cercanos al templo, hemos crecido en ambientes cristianos, formamos parte de instituciones religiosas, grupos, movimientos, …
Hoy Jesús nos invita a trabajar en la viña. Tantas veces hemos escuchado esta llamada y la hemos dejado para después; no era el momento oportuno, teníamos otras prioridades, otras urgencias. Y así, vamos pasando la vida, aplazando esta invitación para otro día.
¿Qué significa la invitación que Jesús hace a trabajar en la viña? En primer lugar: es decir SI al proyecto de Dios en nuestra vida, a su invitación. Es acercarse a Él, contagiarse de los sentimientos de Jesús y vivir en el mundo que a cada cual le toca con ese mismo sentir: con un talante esperanzado, alegre, confiado, cuidando con ternura y paciencia a los que nos rodean, es compartir y acoger al extranjero o al que piensa diferente… Es vivir las Bienaventuranzas.
Jesús en esta ocasión es tajante. Prefiere a los alejados y marginados, a los pecadores. Ellos están dispuestos a cambiar de vida, a trabajar por el Reino.
No nos sucede igual a nosotros que cercanos al templo nos consideramos unos privilegiados, como el pueblo de Israel, pero cerramos los oídos a la invitación que se nos hace y al mismo tiempo cerramos los ojos ante las necesidades del mundo que nos rodea.
El otoño es época de vendimia. Hoy Jesús nos invita a seguirle, a vivir desde sus opciones y criterios. Cada uno desde su realidad, con sus potenciales y carencias. Nos quiere así, como somos y nos llama para formar cuadrilla porque la cosecha es abundante y urge recogerla.