Domingo 16º del T.O. Ciclo A
Por: Concepción Ruiz Rodríguez. Mujeres y Teología. Ciudad Real
Estamos finalizando el mes de julio, para muchas personas es tiempo de descanso, otras continúan en las tareas cotidianas. En las lecturas de este domingo percibo el amor que Dios tiene a su pueblo desde antiguo:
Nos animas a ser compasivos, personas que alivien las cargas pesadas de los hombres y mujeres de nuestro mundo.
Conoces nuestro corazón, la pequeñez que hay en nosotros y nos envías tu Espíritu para que nos ilumine, fortalezca y acompañe.
Jesús continúa enseñando a través de parábolas. El evangelio de San Mateo, con la parábola del trigo y la cizaña, muestra las ambivalencias del mundo y las ambivalencias que existen en cada uno de nosotros. La parábola del grano de mostaza nos recuerda el valor de lo pequeño.
La primera vez que vi un grano de mostaza, me sorprendió cómo una semilla tan pequeña podía hacerse un arbusto capaz de acoger en sus ramas a las aves… Personalmente esta parábola me dice mucho, a veces, miro a mi alrededor y me siento agobiada, triste por tantas circunstancia adversas como contemplo y, en ocasiones, también vivo: enfermedad, paro, soledad, marginación, injusticia, recortes, … Siento que todo esto me desborda y me pregunto ¿qué puedo hacer ante estas realidades?.
Una respuesta puede ser: el valor de lo pequeño. La vida está llena de signos insignificantes, signos que hacen posible el Reino: una sonrisa, compartir el tiempo y los medios, acompañar, acoger y aceptar el trigo y la cizaña de cada uno de nosotros, vivir con actitud de perdón, de servicio, de agradecimiento y alegría, … Es necesario confiar en nuestra pequeñez, creernos capaces de transformar el mundo, aceptar nuestro lado oscuro y querernos como somos. Muchas pequeñas acciones conforman una red capaz de sostener y acoger las situaciones más difíciles, igual que el arbusto de la mostaza acoge en sus ramas a los pájaros.
En este mundo ajetreado y materialista nos gusta obtener resultados ya, no se concibe sembrar a largo plazo, estamos cansados de sembrar, de aportar nuestro granito de arena, cansados de responsabilidades, de compromisos, cansados de incoherencias, cansados de esperar resultados que no llegan, y nos olvidamos que los inconvenientes forman parte de la vida. Jesús no se escandaliza cuando descubre que junto al trigo están creciendo las malas hierbas. Las deja seguir su curso y pone la confianza en el trigo bueno, … confiar en nuestras posibilidades, confiar en las posibilidades de los demás, a pesar de…
¿Acaso es posible que la semilla buena nazca sola, acaso no se dan en nosotros las dos circunstancias? ¿Soy capaz de identificar el trigo y la cizaña que hay en mí y en los demás? ¿Ante los conflictos soy semilla buena para la construcción del Reino?
Gracias Padre/Madre por acogernos y querernos tal como somos, gracias por el trigo bueno que has sembrado en nuestras vidas.
Que las malas hierbas no sean un obstáculo para la construcción del Reino, sino un estímulo para seguir creciendo.