Enredadera de amor

Enredadera de amor

Domingo 11º del T.O. Ciclo C

Por: Milagros Azparren. Vita et Pax. Pamplona.

Ahí nos movemos, en esa enredadera. Junto a Natán, David, Pablo, Simón, una mujer, los convidados, y Jesús dando sentido, color, calor, sabor, hondura, plenitud.

El relato del libro segundo de Samuel 12, 7-10.13 nos recuerda una de las facetas importantes del gran rey David: su condición de pecador. David tiene que retornar constantemente al perdón de Dios y es el instrumento de Dios para el bien de su pueblo.

Es una gracia, desde la propia experiencia, tener un Natán –persona o acontecimiento- que te haga de espejo y contraste las propias actitudes. Te ayuda a reconocer el pecado y recobrar la vida para seguir siendo instrumento de Dios.

Según Pablo en Gálatas 2,16.19-21 la ley sin Jesús mata. Jesús da vida. “…vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí”. También con Pablo siento profundamente que soy obra de Dios y que es el mismo Cristo el que trabaja en mí y a través de mí. Soy vasija, de barro, pero vasija.

El texto de Lc 7, 36 – 8,3 es un bello y provocativo relato donde se describen dos actitudes opuestas y nos ayuda a contrastar con las propias actitudes. Simón y la mujer. Uno y otra se sienten atraídos por la persona de Jesús. Simón, como fariseo, continúa creyendo en la ley. La seguridad personal que le da el cumplimiento le impide experimentar la gratuidad de la salvación. Su vida no ha cambiado en lo profundo. La mujer, que ha tocado fondo, es capaz de sentir la novedad del mensaje de Jesús. Y llora, riega, seca, cubre de besos, le unge con perfume. Así expresa su profunda gratitud, por la liberación que experimenta. Ante esto queda en evidencia la actitud fría y desagradecida de Simón.

Junto a los personajes, Jesús, que acoge, ama, enseña, interpela, perdona, libera; que se deja amar, besar, ungir. Jesús, sospechoso para unos, escandaloso para otros. Jesús, bondadoso y feliz.

Hace bien escuchar en el fondo más íntimo de la conciencia las palabras de Jesús: “Tu fe te ha salvado. Vete en paz”. Una mujer, una pecadora. Una pecadora enamorada.

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