Este es nuestro día de la Resurrección
¡He resucitado! Este es el mensaje del Maestro que aparece, vencedor de la muerte, triunfador de la Vida. ¡He resucitado! ¡He resucitado!
Como quien despierta de un profundo sueño y se encuentra bañado por la luz de un sol radiante, nos encontramos nosotros inundados por el fulgor de ese sol de justicia, Cristo Jesús, que acaba de resucitar. No acertamos a comprender lo que pasa a nuestro alrededor.
Semanas y semanas, rodeados de las obscuridades más densas, copados por todas partes de gemidos de muerte y dolores. Ante nuestros ojos desorbitados, la figura doliente del Salvador cargado con su cruz y en invitación constante a una participación generosa en su dolor y en su muerte.
Parece que se hunde el mundo… cuando he aquí que la noche obscura se hace aurora radiante. Los ojos que nada podían ver se encuentran con los rayos de un sol destellante y los oídos que recogieron mezclados, el testamento del Señor y los insultos que contra Él se dirigían, oyen el suavísimo mensaje:
¡Resurrexi! ¡Resurrexi! Es el Maestro, el Caudillo de la Vida, poco ha muerto, que reina ya, vuelto a la vida, y que se acuerda de venir a alegrar y consolar a los que fuimos sus compañeros de fatigas y de muerte.
¿Qué quiere decir esto?
Que se acabó la Cuaresma y ha venido la Pascua.
Que calló la tormenta y cesó el vendaval, y ha renacido la calma.
Que se ha dado al traste con la muerte y viene el reino de la Vida.
Que se acabaron las tinieblas y viene el reino de la Luz.
Que se acabó la guerra sin cuartel y viene el reino de la Paz.
¡Oh sí: viene el reino de la Paz y de la Vida, de la Luz y del Amor. El reino del que es nuestra Paz y nuestra Vida, nuestra Luz y nuestro Amor! Sí, sí: ha llegado nuestro triunfo: ha sonado nuestra hora.
Este es nuestro día ¡Alegrémonos y regocijémonos en Él!
Este, sí, este es nuestro día.
Ha terminado la guerra: viene el imperio de la Paz, del que es nuestra Paz.
Esta es la eterna canción de los que se han fiado por completo de Jesucristo. Que correrán irremisiblemente su suerte en la lucha, en la victoria, en la guerra y en la paz, en el dolor y en la alegría, en la muerte y en la Vida. Durísimo el combate, glorioso, clamoroso el triunfo, irresistible, incontenible.
Este es nuestro día. Este es nuestro día.
Ha llegado nuestra Pascua: nuestra suspirada Pascua
¡Qué ansias de VIDA, de torrenteras de VIDA… en este triunfo esplendoroso del que es nuestra VIDA…!
¡Oh Cristo, nuestra Pascua, Caudillo de la Vida, poco ha muerto, hoy resucitado: danos Vida, más Vida, torrenteras de VIDA, que es Paz, que es Luz, que es Amor!