¡Feliz Pascua!

Domingo de Resurrección¡Feliz Pascua!

Por: José Antonio Ruiz Cañamares  SJ. Zaragoza

Esta Semana Santa ha sido distinta. La pandemia del coronavirus nos ha obligado a que “la procesión haya ido por dentro”. En vez de contemplar los pasos de las procesiones, hemos tenido la noticia repetida de las personas que, como Cristo, están muriendo solas, sin el calor, la compañía y el ánimo que da una mano que te agarra en esos momentos.

Ranher escribía hace años: “¿Se puede seguir teniendo fe el viernes santo?; sí, -añadía– por la gracia de Dios”. En estos tiempos de pandemia hemos caído en la cuenta de que o nos salvamos todos o ninguno, que somos más vulnerables de lo que pensábamos, a nivel personal y global… y nos preguntamos: ¿Se puede seguir teniendo fe en la resurrección cuando palpamos tanta muerte y sufrimiento? SÍ, por la gracia de Dios.

En el Evangelio de San Mateo, en la mañana de resurrección, el ángel les dice a las mujeres dos mensajes: “no temáis” (Mt 28, 5) y “decidle a sus discípulos que ha resucitado de la muerte y que va delante de ellos a Galilea, allí lo verán” (Mt 28, 7).

No temáis. Ocasiones para el temor y el miedo casi siempre las hay. En estos momentos más. Miedo al contagio, miedo a la muerte, miedo a lo que vendrá después de superada la pandemia, etc. Necesitamos orar para poder escuchar del Señor Jesús: “no temas, yo estoy contigo”. La fe nos dice que el Resucitado acompaña nuestras vidas liberándonos del miedo y de la angustia. No caminamos solos. Ningún ser humano está solo. El Resucitado está –en presente- con nosotros cada día hasta el fin del mundo (Mt 28, 20).

Galilea: lugar del encuentro con el Resucitado.

¡Feliz Pascua! “Galilea” es el lugar en donde vivimos y en las circunstancias que nos toca vivir. Ignacio de Loyola no se cansaba de insistir que hay que “buscar y hallar a Dios en todas las cosas”. En todas, es en todas. Debemos orar insistentemente y pedir esta gracia: Señor, que en esto que estoy viviendo me encuentre contigo. Al Resucitado solo se puede reconocer con los ojos de la fe. Y en medio de lo que estamos viviendo pedimos que se nos iluminen los ojos de la fe para poder reconocerlo, en el aquí y el ahora de nuestras vidas. Dios no es visible pero no se oculta para los que tenemos fe. Pedimos descubrirlo allá en donde se encuentra.

Se hace necesario, quizá hoy más que en otros momentos, saber a qué fuentes acudir para vivir con ilusión y con sentido. Dónde alimentarnos para seguir construyendo esperanza, dadas nuestras pocas fuerzas y vulnerabilidad personal. Nos salvaremos todos o ninguno. La fe nos empuja a aportar lo nuestro, que quizá sea muy poco, pero necesario. Isaías nos da la pista y apunta bien y con sabiduría de un buen creyente:

“Él es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.” (Is 12, 2-3)

Sigue habiendo razones desde la fe para desearnos ¡FELIZ PASCUA!

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