Por: M. Carmen Martín. Equipo de Difusión del Carisma. Vita et Pax.
Ha sido un paseo fascinante: del Levante al corazón de la Mancha. Empezamos en la casa de Pintor López (Valencia), seguimos por Alboraya (Valencia), continuamos en Barcelona, fuimos a Alicante y concluimos en Ciudad Real. Seguro que el Hidalgo caballero y su escudero nos han acompañado por esos caminos. ¡Los cinco grupos Vida y Paz de España han iniciado el curso!
Pronto hará diez años que echábamos a andar esta aventura. Invitábamos a compartir nuestro Carisma y Misión, desde la propia condición laical, a aquellas personas que sintieran que esta oferta de espiritualidad podría nutrirles en su seguimiento de Jesús. La respuesta fue tan rápida y numerosa que las primeras sorprendidas fuimos nosotras mismas. Pero es que la idea viene de lejos. Fue ya el propio fundador quien acariciaba este sueño desde los inicios de Vita et Pax como Instituto Secular y fue un tema abordado en nuestra I Asamblea General allá por el año 1972.
El mismo fundador, D. Cornelio Urtasun, en esa Asamblea, se preguntaba dejando volar su imaginación: “¿Si se va haciendo camino al andar; no será que las mismas personas en quienes vayamos sembrando el carisma de Vita et Pax, empiecen como en las tierras de Levante a dar fruto y sean ellas las que nos hagan la proeza de convertir en vino el agua que nosotros pusimos en las tinajas?”. Por lo frutos de hoy, pareciera que su intuición no fue muy errónea.
No, no es que seamos grandes multitudes, ni muy jóvenes, ni importantes, ni famosos… Somos cinco grupos, más otros dos en Guatemala, formado cada uno por unas 10 personas, más o menos; casi todas entradas en años y donde priman las mujeres. Gentes sencillas, buscadoras de Dios, comprometidas en sus realidades cotidianas de trabajo, familia, voluntariados, parroquias… que quieren vivir de la Vida de Jesucristo y ser en el mundo su Vida y su Paz. Y en ello estamos.
Como cada año hemos iniciado el curso con un retiro. Esta vez el tema no podía ser otro: “Este es el tiempo de la misericordia”. No es casualidad este año Jubilar. En este momento histórico, nuestro mundo necesita urgentemente mujeres y hombres que se dejen afectar, conmover en sus entrañas. La indiferencia, el individualismo, el “este no es mi problema”… se pueden convertir en un cáncer social que terminará por arruinar la sociedad.
Nuestro Dios nos invita a lo contrario de la indiferencia, es decir, a la misericordia; a ser misericordiosas como Él es misericordioso. “Eterna es su misericordia” proclama el salmista. La confianza absoluta y constante de Israel en el amor misericordioso y tierno de Yahveh se manifiesta en cada una de las páginas de la Biblia. Esta confianza se expresa de manera admirable en Ex 34,6-7: “Yahveh pasó por delante de Moisés y éste exclamó: Yahveh, Yahveh, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por mil generaciones…”. Pero es en Is 49,15 donde encontramos la imagen más significativa del amor de Dios cuando al lamento de Sión que se duele de verse abandonada, el mismo Dios responde: “¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas?, pues aunque llegase a olvidar, yo no te olvido”.
Para el rato de oración nos hemos centrado en dos parábolas extraordinarias: el Padre de la misericordia (Lc 15,11-32) y el buen samaritano (Lc 10,29-37).
En cada retiro hemos tenido ratos de escucha, de silencio y de compartir. Han sido reuniones ricas donde nos hemos alentado a vivir este nuevo curso haciendo gestos que hagan vivir, es decir, ejerciendo la misericordia porque la misericordia no sólo se siente, también se hace.
Los encuentros los hemos concluido compartiendo mesa con cena o merienda o picoteo… y risas.