“Hoy puede ser un buen momento”
Estamos viviendo unos meses de grandes dificultades debido a la pandemia del COVID-19. Cuánto sufrimiento está trayendo para tantísimas personas a lo largo y ancho del mundo. Algunas de ellas no dudarán en responsabilizar a Dios de tanto dolor, otras pueden preguntarse por qué si Dios es todopoderoso no interviene y termina con esta pandemia o acelera, al menos, la vacuna que nos pueda salvar del desastre. Algunos incluso se preguntan ¿qué propósito tendrá Dios con todo esto? ¿Qué quiere de nosotros?
En el fondo, seguimos confiando en un Dios presente en los grandes acontecimientos, en lo dantesco y, precisamente, la primera lectura del libro de los Reyes nos habla de que Dios no está en las grandes manifestaciones o signos, sino en el silencio, en la brisa suave, en el poder callado y pacífico.
A Dios se le siente y se percibe su presencia cuando acallamos nuestros ruidos externos e internos, entonces sí podemos descubrir su presencia en medio o en lo profundo del mundo.
Hay que experimentar esa presencia de Dios en los pequeños gestos solidarios que tantos hombres y mujeres están manifestando calladamente, en los esfuerzos de los científicos por lograr un tratamiento o vacuna que salve vidas y en tantas personas que están ayudando de muchas formas ante esta realidad que se está viviendo en nuestra aldea global. Solo hay que saber sentir y experimentar. El profeta Elías, al sentirla, supo que Dios estaba ahí y se cubrió el rostro.
También Jesús, en el evangelio de este domingo XIX, se retira al silencio para vivir de una manera más intensa el encuentro con Dios, ese Dios que le da la fuerza para continuar con la tarea de acompañar a sus amigos, a veces un tanto incrédulos y desconfiados. Pedro no sabe percibir su presencia, le confunde con un fantasma al verlo caminar por las aguas y tiene miedo. Jesús les dice: “Ánimo, soy yo, no tengan miedo”, pero sus discípulos no se fían. Es una realidad comprobada que el miedo hace caer, es lo que nos hunde, en cambio la confianza levanta.
Hoy nos podemos preguntar cuáles son nuestros miedos o temores en medio de esta experiencia que estamos viviendo. ¿Qué tormentas interiores llevamos por dentro? ¿Qué ruidos nos impiden percibir ese susurro de Dios? ¿Realmente tenemos confianza en que su presencia nos acompaña, o somos como Pedro que sí queremos creer pero no nos fiamos del todo?
Jesús, a pesar de las dificultades, sabía que Dios estaba con él y confiaba plenamente en él. Hoy puede ser un buen momento para preguntarnos sobre la confianza que tenemos en Dios, sobre todo, cuando arrecia viento fuerte y aparecen las tormentas o dificultades.