La estrella de Jesús se hace visible para todos los pueblos

La estrella de Jesus se hace visible

Epifanía del Señor. Ciclo A

Por: Dionilo Sánchez Lucas. Seglar. Ciudad Real

Hoy más que nunca en la historia de la humanidad los hombres y mujeres viajan de un lado a otro hasta los países más alejados de su entorno para visitar las ciudades, contemplar paisajes naturales, a lo más conocer otras culturas y otras formas de vida, pero no buscan lo esencial  para su vida, no llegan a ver la luz que ilumine los caminos que llevan a la salvación.

Pocos son hoy los que vislumbran la luz que lo alumbrará todo, pero aún son menos los que preguntan: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?, pocos son los que esperan la venida de un mesías que traiga las paz al mundo, pocos son los que confían en un Dios que dé plenitud al universo. El hombre de occidente está tan centrado en su autosuficiencia que no escucha lo que Dios le viene a decir, que no confía en otra fuerza que no sea la suya, que no pide el auxilio que le puede ser necesario.

También hay otros que sólo piensan en seguir siendo ellos los reyes, en mantenerse en un poder injusto, explotando y oprimiendo a los más débiles; acaparando las riquezas y los bienes de la tierra, viviendo en la sobreabundancia y disfrute personal o familiar; mientras que muchas otras personas pasan hambre y carecen de los más básico para vivir dignamente.

Con la venida de Jesús llega el rey prometido por Dios, gobernará con rectitud y equidad; defenderá a los humildes y salvará a los pobres; florecerá la justicia y habrá prosperidad para todos los pueblos; ante Él se postrarán todos los reyes y le servirán todas las naciones; liberará al pobre, se apiadará del débil y salvará la vida de todos los que desean encontrarse con El. Un reinado muy diferente al esperado de una autoridad arrogante, imagen ostentosa y aniquiladora del enemigo.

Pero Él se nos presenta pequeño, desnudo; encarnándose como persona necesitada en esta tierra, para que todos nos sintamos llamados a  adorarlo y ofrecerle nuestro mejor regalo que es la entrega de nuestra vida con sencillez y humildad, procurando ayudar al hambriento, consolar al que sufre y al enfermo, luchar por la justicia, acogedor del extranjero y el perseguido, pacífico, comprensivo y misericordioso.

La estrella de Jesús se hace visible para todos los pueblos, es signo de admiración desde Oriente a Occidente y desde el Norte al Sur, llamados a sentirnos partícipes de su Evangelio para la salvación de toda la humanidad.

 

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