III Domingo de Cuaresma
Por: Inés Escobar Calle. I.S. “Hogar de Nazaret”. Badajoz
Textos Litúrgicos:
Exd 20, 1-17
Sal 18
1Cor 1, 22-25
Jn 2, 13-25
La Eterna Preocupación de Dios
Por La Humanidad
En este III domingo de Cuaresma, la Palabra de Dios, ofrece invitaciones diversas de conversión y renovación para alcanzar la alegría verdadera y ser discípulos de Jesús.
En la primera lectura, Dios nos ofrece un conjunto de indicaciones (“mandamientos”) que deben conducir nuestro camino por la vida en las dos dimensiones fundamentales de nuestra existencia: nuestra relación con Dios y nuestra relación con los hermanos.
– Con frecuencia, en nuestro día a día, seducidos por otros “dioses”: el dinero, el poder, la realización profesional, el reconocimiento social, las ideologías, los valores de moda…, son el objetivo que determina nuestros comportamientos, actitudes y opciones. Nos olvidamos y quitamos a Dios, nos instalamos en esquemas de orgullo y de autosuficiencia quedando sus propuestas fuera de nuestra vida. En este tiempo de Cuaresma, estamos invitados a volvernos hacia Dios y a redescubrir su papel fundamental en nuestra existencia. ¿Cuáles son los “dioses” que nos seducen y que condicionan nuestra vida, nuestras opciones?
-Los mandamientos que se refieren a nuestra relación con los hermanos, nos invitan a despojarnos de los comportamientos que generan violencia, egoísmo, agresividad, intolerancia, indiferencia ante las necesidades de los otros. Es necesario aprender a no ver en los “mandamientos” de Dios propuestas trasnochadas, que sólo sirven para limitar nuestra libertad o para impedir nuestra autonomía; sino que, es preciso ver en ellos “señales” con las cuales Dios, en su amor y en su preocupación por nuestra realización plena, nos ayudan a recorrer las rutas de la libertad y de la vida verdadera.
En la segunda lectura, san Pablo nos sugiere la conversión a la lógica de Dios. Nuestra felicidad no se encuentra en una lógica de poder, de autoridad, de riqueza, de importancia, sino que está en la lógica de la cruz, esto es, en el amor total, en la donación de la vida hasta las últimas consecuencias, en el servicio sencillo y humilde a los hermanos. La fuerza y la “sabiduría de Dios” se manifiestan en la fragilidad, en la pequeñez, en la oscuridad, en la pobreza, en la humildad. Anunciemos el mensaje del Evangelio con verdad y radicalidad, renunciando a la tentación de suavizar, de transformarlo en algo más “aceptable”.
En el Evangelio, Jesús se presenta como el “Nuevo Templo” donde Dios se revela a los hombres y donde les ofrece su amor. Nos invita a mirar a Jesús y a descubrir en sus indicaciones, en su anuncio, en su “Evangelio” esa propuesta de vida nueva que Dios nos quiere presentar.
En este tiempo de Cuaresma, tiempo de caminar hacia la Pascua, estamos invitados a mirar a Jesús y a descubrir en sus signos, en su “Evangelio”, la propuesta de vida nueva que Dios nos quiere presentar. Los cristianos son aquellos que se adhieren a Cristo, que aceptan formar parte de su comunidad, que comen su carne y beben su sangre, que se identifican con él, los cristianos son piedras vivas de ese nuevo Templo donde Dios se manifiesta al mundo y viene al encuentro de los hombres para ofrecerles la vida y la salvación. Los hombres de nuestro tiempo tienen que ver en nuestros rostros, el rostro bondadoso y tierno de Dios; tienen que experimentar, en los gestos del compartir, de la solidaridad, del servicio, del perdón, la vida nueva de Dios; tienen que encontrar, en la preocupación de los cristianos por la justicia y por la paz el anuncio de ese mundo nuevo que Dios quiere ofrecer a todos los hombres.
Me pregunto y os pregunto ¿Nuestro testimonio personal es signo de Dios para los hermanos que caminan a nuestro lado? ¿La Iglesia es esa “casa de Dios” donde cualquier ser humano es acogido y amado como Dios nos ama?
¿Cuál es el verdadero culto que Dios espera?, es una vida vivida en la escucha de su Evangelio traducido en gestos concretos de entrega, servicio sencillo y humilde a los hermanos. Cuando somos capaces de salir de nuestra comodidad y de nuestra autosuficiencia para ir al encuentro del pobre, del marginado, del extranjero, del enfermo, estamos dando respuesta “litúrgica” adecuada al amor y a la generosidad de Dios para con nosotros.
¿Cómo podemos encontrar a Dios y llegar hasta él? ¿Cómo podemos percibir sus propuestas y descubrir sus caminos? El Evangelio de este Domingo responde: “mirando a Jesús”. En las palabras y gestos de Jesús, Dios se revela a los hombres y les manifiesta su amor, ofrece a los hombres la vida plena, se hace compañero de camino y señala los caminos de la salvación.
¡Feliz III domingo de Cuaresma!, con esperanza que Él nos acompaña, ¡animo y adelante en el camino hacia la Pascua!